Neutralizalo!

Cuando sonreímos, el mundo nos sonríe de vuelta. Pero cuando lloramos, lloramos solos. Mi madre, de bendita memoria, solía repetir esta frase

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Lori Steiner

Posteado en 17.03.21

Cuando sonreímos, el mundo nos sonríe de vuelta. Pero cuando lloramos, lloramos solos. Mi madre, de bendita memoria, solía repetir esta frase tan cierta cuando yo era joven. Tal vez sea por eso que yo sonría tanto. Difundir la alegría es un gran factor para tener éxito porque junto con la sonrisa viene la energía positiva que causa tanto bien al que sonríe como a los demás. Y cuanto más bien abrazamos con nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones, más luz se filtra al universo, porque nos transformamos en un circuito de bendición, esperanza y conexión.

 

En el mundo científico, es sabido que las toxinas tienen que ser neutralizadas. La acidez estomacal, la indigestión y el reflujo gastroesofágico son todos síntomas de una condición acídica que puede neutralizarse con otra alcalina. Las enzimas de papaya y media cucharadita de bicarbonato de soda en una taza de agua tibia son dos sustancias muy poderosas para ayudar a desactivar y contrabalancear el medio interno ácido o tóxico.  Y si funciona así en el mundo de la fisicalidad, ciertamente funciona igual en el mundo de las energías espirituales y emocionales. El enojo y la amargura pueden producir enfermedades y síntomas muy nocivos.

 

Todo rastro de mal, de toxicidad que vemos se debe únicamente a que todavía estamos luchando contra él en lugar de neutralizarlo. Es por eso que se nos recuerda que no podemos luchar fuego con fuego. No podemos contrarrestar la oscuridad en forma frontal: solamente podemos luchar contra el mal con luz, así como neutralizamos el medio ácido con alcalinidad.

 

La capacidad de neutralizar el mal y las fuerzas tóxicas proviene de nuestra fortalecida emuná. Cuando sabemos con certeza que Dios nos ama, que somos Sus hijos, y que Él facilita solamente lo que es bueno para nosotros, podemos mantenernos firmes cuando los demás nos critican o expresan dudas sobre nuestro futuro éxito o sobre nuestra salud física. En esos momentos de negatividad, pensamos en Hashem, y los contrarrestamos con buenos pensamientos y con vibraciones de gratitud por la oportunidad de disolver las fuerzas destructivas. Nos mantenemos vigilantes, fuertes y en silencio. Contrarrestamos el efecto con pensamientos y palabra igualmente fuertes y positivos. Elegimos la fe por sobre el temor.

 

Cuando pensamos en Hashem, nos alejamos de la frustración y del enojo, que son vibraciones de muy baja frecuencia que crean toxicidad. Apartamos la negatividad frenando la lengua si es necesario. Cerramos los ojos, si es necesario, y nos enfocamos inmediatamente en un buen pensamiento o en una bella visión, y nos negamos a reaccionar a cualquier comentario negativo excepto, si resulta apropiado, para decir una palabra positiva. O bien cambiamos de tema o bien nos alejamos. Al hacer estas cosas tan simples, estamos curándonos.

 

El cambio real tiene lugar cuando logramos poner en acción aquello que aprendemos. Esa es la verdadera daat, la verdadera conciencia espiritual, en que el corazón y la mente actúan al unísono. Cuando podemos aplicar estos principios a nuestras propias vidas, sabemos que la sabiduría que ha adquirido la mente se ha filtrado en el corazón. Cuando cada reacción a un comentario negativo se percibe como una oportunidad para neutralizar las energías nocivas y damos los pasos necesarios para hacerlo, sabemos que hemos dominado un cambio de conducta muy significativo.

 

Al creer que cada uno de nosotros tiene el poder de traer energía luminosa al mundo solamente con su capacidad de reaccionar positivamente a situaciones que se encuentra en el camino, podemos hacer una gran diferencia en lo que posteriormente presenciamos a una escala más grande. Cuando más y más gente se da cuenta de la eficacia de esta técnica y esto se difunde con un efecto dominó, podemos neutralizar el mal que constantemente lucha por sobrevivir. Este mal es el último remanente de lo que ya hemos logrado exponer. La llama que está a punto de apagarse de repente tiene un resurgimiento de energía antes de desaparecer. Eso es lo que le está pasando al mal. A través de la autodisciplina y de hacernos responsables, siendo conscientes de nuestro poder de hacer una diferencia, podremos merecer cambios positivos en nuestras vidas. Ha llegado el momento de iluminar el mundo!

 

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