Esclavo de un Vicio

Con frecuencia la gente me pregunta qué tiene de malo fumar de vez en cuando un poco de hachís o marihuana. Bueno, yo les voy a decir qué es lo que tiene de malo:

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 05.04.21

Con frecuencia la gente me pregunta qué tiene de malo fumar de vez cuando un poco de hachís o marihuana. Bueno, yo les voy a decir qué es lo que tiene de malo:

Estas sustancias “livianas” son, en cierta medida, incluso más peligrosas que las sustancias más pesadas, porque los problemas que presentan no se hacen evidentes de inmediato. El adicto a la heroína muy probablemente no se va a casar. Pero la persona que fuma marihuana da la impresión de que funciona en forma normal. Por lo general tiene un trabajo fijo y se casa. No obstante, le va a costar muchísimo vivir en armonía con su pareja y le va a resultar muy pero muy difícil educar a sus hijos, por no decir nada de su progreso espiritual. Esto se debe a que la marihuana afecta el cerebro, y es posible que llegue un punto en el que fumar un porro va a tener precedencia por sobre su mujer y sus hijos. La marihuana hace que la persona se vuelva letárgica, pierda la iniciativa y eluda toda responsabilidad. Básicamente, lo que hace la marihuana es privar a la persona de su capacidad de funcionar en forma normal. Y finalmente, lo que ocurre es que uno se vuelve un esclavo del vicio.

La gente que es esclava de un vicio le da precedencia al vicio por sobre todo lo demás. Y así es como llega a comportarse cruelmente y tomar medidas extremas para poder saciar sus deseos, incluso al punto de dejar con hambre a su mujer y a sus hijos. Es sabido que las personas alcohólicas son auto-indulgentes y que incluso cuando no tienen dinero para pagar la cuenta de la luz, se las arreglan para obtener dinero para poder comprar vino y cerveza.

Los adictos, incluso aquellos que sí tienen capacidad funcional, ya sea adictos al alcohol o a las drogas, solamente se ven a sí mismos. Ellos son el arquetipo del egoísmo. Cada vez que yo encuentro a un adicto casado, le digo en forma categórica: o tu mujer o tu vicio. O lo uno o lo otro. No puedes quedarte con los dos. La mujer necesita un hombre que le dé, y los adictos toman. No tienen reparos en tomar incluso aquello que no les pertenece para poder saciar sus instintos.

En su obra magna, el Likutei Moharán, Rabí Najman de Breslev escribe que la persona ebria olvida todos los preceptos y todo lo que nos enseñó el profeta Moisés. En vez de tener en sus miembros la luz de los preceptos, la persona vive sumida en las tinieblas. La santidad y la impureza no pueden convivir en el mismo miembro del cuerpo en forma simultánea. Por eso, cuando la santidad sale del cuerpo, entra la oscuridad y se apodera de la persona, reduciéndola a un nivel inferior incluso al nivel de un animal (Likutei Moharán II: 26). Las sustancias destruyen la conexión de la persona con HaShem.

Una vez vi a un hombre que era adicto a los narcóticos “livianos”; su hijo estaba sufriendo de dolores atroces en el abdomen, y aparentemente tenía un ataque de apendicitis. Si, Dios no lo permita, el apéndice se ruptura, todo el cuerpo se ve inundado de toxinas que ponen en peligro su vida. Pero este hombre, en vez de llamar a una ambulancia de inmediato y evitar todo posible daño, decidió poner a su hijo en el asiento trasero del auto y arrancó rumbo al hospital. Pero en el camino, el padre pensó que iba a tener que quedarse en el hospital varias horas, y no le quedaba suficiente “combustible” para su vicio. Y con su hijo de doce años gritando como loco de dolor en el asiento trasero, el padre manejó hasta el otro extremo de la ciudad, un viaje de veinte minutos, hasta la casa del yonqui a buscar una dosis. ¿Acaso existe algo más cruel que eso?

Rabí Natan de Breslev explica que las sustancias hacen que la persona se suma en un letargo espiritual. Por eso, cuando la persona se encuentra bajo la influencia de dichas sustancias, el alma lo abandona. Y el cuerpo espiritualmente sin vida se vuelve un prisionero de la impureza, casi como una persona muerta. Incluso en el caso de una sustancia mucho más “inocente”, como el vino, por ejemplo, Rabí Natan dice que la sustancia altera el razonamiento y hace que la persona abandone la verdad y mienta.

Las sustancias y la conciencia espiritual no van de la mano. Por eso, si la persona continuamente consume alcohol o drogas, no va a poder ser una persona feliz. ¿Por qué? Porque la felicidad proviene de adentro de la persona, pero el alcohólico y el drogadicto dependen de la botella o de las sustancias que consume. Si le quitamos la botella al alcohólico, no va a estar muy contento que digamos… Al contrario: lo más probable es que estalle como un volcán…

Rabí Najman enseña que no hay motivos para desesperarse. Si conocen a alguien que tenga un problema similar, trata de hablar con esa persona acerca de HaShem y de la emuná. La emuná es el mejor método de rehabilitación que hay.
 

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3. Nancy

7/12/2018

No entiendo…cómo puedo ayudar a mi hijo me dijo q se quiere suicidar y está muy deprimido….estoy en oración por él, pero él no quiere saber de Dios….qué puedo hacer???? Bendiciones…

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