Amada paloma

En el Cantar de los Cantares, el Rey Salomón compara el alma de la persona con una paloma. Porque así como la paloma le es totalmente fiel a su pareja toda su vida y jamás ni siquiera mira a otra paloma, de la misma manera el alma sagrada (que es tu “yo” esencial) es por naturaleza perfecta y eternamente fiel a Dios, tu Creador. Por lo tanto, tu amada paloma es aquella parte de ti que jamás deja de unirse a Dios no importa qué tan lejos te sientas de Dios en estos momentos. Tu amada paloma es esa parte más resistente y más esperanzada de ti mismo que jamás pierde la esperanza en ti ni en tu fe, por más atrapado que te sientas por la “oscuridad” de tu actual estado de ánimo o tu situación actual.

Mientras te preparas para este ejercicio, recuerda: no hay ningún lugar en el mundo que sea demasiado oscuro como para que la Luz de Dios no llegue allí.

1. Piensa en una Paloma blanca cien por ciento pura e increíblemente bella. Concéntrate más que de costumbre en los rasgos característicos de pureza, inocencia y lealtad. (nota: el Rey Salomón hace numerosas referencias a la inocencia y la belleza de los ojos de la paloma, así que tú también puedes tratar de imaginarlos).
2. Ahora cierra los ojos y “entra” en la imagen de la paloma. Pasa un minuto concentrándote con toda tu fuerza en la idea de que la paloma que has imaginado eres en realidad tú – la paloma es símbolo de la esencia de todas tus cualidades y tus buenas intenciones.
3. Ahora deja que las palabras del Rey Salomón te llenen la mente por completo: “Mi amada Paloma está atrapada y oculta en las rocas”. Piensa sinceramente en qué cosas de la vida te están “atrapando” más. ¿Acaso la tristeza, la depresión, la ansiedad, el miedo, la competencia, la envidia, los celos, la ira, la arrogancia, la lujuria, las dudas acerca de ti mismo, las dudas acerca de Dios, alguna falta en particular que hayas cometido y quieres limpiar?
4. El versículo continúa con Dios diciéndote: “Muéstrame tu belleza, déjame oír tu dulce voz; ¡eres tan bella para Mí! Incluso ahora que estás rodeada de oscuridad (atrapada en las rocas), aún sigues siendo muy bella para Mí, como un aspecto de “Soy negra (con faltas, tristeza, dudas, etc) pero (aún así) soy bella”. Así que revélate ante Mí (el deseo aún puro de tu alma) y demuéstrame (a Mí, a Dios) tu belleza eterna”.
5. Vuelve a leer el versículo citado varias veces. Cuando llegues a la palabra “belleza”, haz una pausa más larga. Repite la palabra “belleza” varias veces. Es fundamental que ahora medites en tu propia “belleza”. Cuando llegues a la frase “… déjame oír tu dulce voz”, recuerda que Dios te está implorando que Le hables en plegaria.
6. Ahora imagina que deseas hablar con Dios. Vete a ti mismo humildemente parándote ante Dios, Tu Rey. Estás entrando en la cámara de Su trono y humildemente te aproximas a tu Magnífico, Todopoderoso y Amado Amo que simplemente te dice: “Déjame oír tu dulce voz”.
7. Ahora habla con Dios de aquellas cosas que te tienen “atrapado en las rocas”.
8. Pídele a Dios que te ayude a sentir con mayor profundidad tus propios sentimientos de pureza, inocencia y lealtad.
9. Dale las gracias a Dios por ser paciente, afectuoso y leal contigo a pesar de tus debilidades humanas. Finalmente, dale las gracias a Dios por tu alma sagrada, que es eterna e indestructible.
10. A partir de ahora, cada vez que veas el color blanco, ya sea una paloma, o cualquier tipo de ave o pájaro, ya sea un pedazo de tela blanco, una pared blanca, un papel blanco o una nube blanca, RECORDARÁS TUS PUNTOS BUENOS Y EL INACABABLE AMOR QUE DIOS SIENTE POR TI. Este es tu regalo eterno de parte de Dios.

Adaptado de Likutey Halajot Oraj Jaim, parte uno, Leyes de levantarse a la mañana, ley 1, párrafo 9.