Ante todo, respeto

Desde pequeña me enseñaron a respetar a los demás y a no decir blasfemias, aunque al crecer se me “pegaron” esas palabras...

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Tali Mandel

Posteado en 04.04.21

Desde pequeña me enseñaron a respetar a los demás y a no decir blasfemias. Sin embargo, al crecer se me “pegaron” esas palabras malsonantes que al principio nos hacen mucha gracia y nos hacen sentir mayores. Suele pasar, con el tiempo tomamos malos hábitos. No me salvó de ello el hecho de haber asistido a un colegio católico, allí también se decían maldiciones, aunque a espaldas de las monjas.

 

Siguiendo con el estudio de las leyes noájidas, encontramos que la segunda de ellas es “Respetar al Creador”. En ese respeto que tenemos que expresar a cada momento con nuestra conducta hacia nuestro Padre hay que prestar una especial atención a las cosas que decimos y no utilizar Su nombre en vano. Ya sabemos que las palabras que salen de nuestra boca tienen mucho poder y las consecuencias de infringir este precepto de respeto al Creador mediante nuestra habla son enormes.

 

Ante todo, debemos manifestar amor por Hashem. Él nos ha creado simplemente por amor, qué menos que mostrarle el respeto que se merece. A algunos les puede parecer que esta regla no es de su incumbencia puesto que siempre hablan bien y no tienen el menor remordimiento por usar juramentos. Sin embargo, también mediante nuestra actitud podemos caer en esta falta de respeto. Por ejemplo, si llegamos a casa extenuados después de estar todo el día fuera y encontramos la mesa servida, lo que corresponde es agradecer a la persona que ha invertido su tiempo y esfuerzo en que todo esté listo cuando llegamos a casa. Esto parece lógico, ¿no? Entonces, ¿por qué hay a quien le cuesta trabajo entender que hay que agradecer por esa mesa servida y por todo lo que hay en ella no solamente a la persona que lo ha preparado sino también a Quien posibilitó que hubiera todos los recursos necesarios para disfrutar de esa cena bien servida? Es más, ¿acaso no conocen a nadie que dudan a la hora de agradecer por los ingresos que recibe cada mes?

 

El que se oponga a agradecer y mostrar sus respetos a quien le ha permitido tener salud para trabajar y el mérito de tener un salario dirá que es únicamente por su esfuerzo, que reunió todas las fuerzas necesarias para levantarse cada mañana y salir a trabajar. También se atreverá a decir probablemente que sólo él es quien trabajó hora tras hora sin descanso para recibir su jornal. Pues bien, todos los que tengan esta opinión, que se pongan a pensar cómo actuarían si no pudieran levantarse de la cama, Di-s no lo permita, entonces ¿qué harían? Al no poder ir a trabajar, no podrían ganarse el sustento y no tendrían lo necesario para vivir, teniendo que recurrir a la beneficencia. Hashem es Quien gobierna el mundo y Él puede hacer que nos levantemos con vigor para afrontar un nuevo día llenos de entusiasmo.

 

Hashem es quien hace que todo sea posible en la vida y quien controla nuestro destino. Por tanto, el mínimo esfuerzo que tenemos que hacer es respetarLe y agradecer todo lo que recibimos de Él. En esta vida, tenemos un padre y una madre a los que queremos y respetamos, les tratamos con la debida delicadeza, cuidamos nuestras palabras y medimos nuestro comportamiento delante de ellos. Pues bien, con razón de más tendremos que dirigirnos al Creador del universo entero con el debido miramiento. El hecho es que, al no verLe, hay quien se olvida de que Hashem siempre está presente y nos está escuchando. Y se apena cuando nos escucha hablar así, hijos insolentes y maleducados, que reniegan de Su origen. Intentemos prestar atención a este punto. Este precepto es universal, es básico respetar a nuestro Padre Celestial y requiere de un esfuerzo mínimo. Avancemos en nuestro crecimiento espiritual para conseguir devolver aunque sea un poquito del amor infinito que Hashem nos prodiga como sus hijos para así estar más cerca de la verdadera fuente vital de nuestra existencia.

 

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