Barbas y bebés

Imagínense si pudiéramos tomarnos una píldora para obtener SÚPER PODERES…. En los momentos difíciles de la vida, la compasión es uno de los mejores atributos con los que podemos soñar ser bendecidos. Y dado que la barba representa la abundancia de Dios a través de este canal, yo quería subirme al tren de la barba, pero mi mujer no estaba tan entusiasmada… de hecho, ella me amenazó con afeitarme la mitad del rostro a medianoche si para Pesaj no estaba todo “liso” Yo estaba muy contento de poder tener por lo menos medio año de crecimiento de mi barba, y disfrutaba cada día de esa tan especial conexión Divina.

Hashem a veces puede ser muy gracioso. Por algún motivo “lógico”, mi mujer estaba embarazada con mellizos justo en la época en que a mí me crecía la barba. Su literal “éxodo en masa” del útero (en Pesaj!) iba a ser la presentación final de mi barba.

Mi mujer discutía todo el tiempo con su médico porque quería dar a luz con parto natural. La “regla” es que cuando el mellizo de abajo está en posición “de nalgas”, ningún doctor se toma el riesgo de intentar un parto natural. Si bien ella había programado una cesárea para el tercer día de Peasj, mi esposa estaba muy molesta y muy estresada por la probabilidad casi cierta de que la operaran.

Consultamos a varios rabinos que nos dijeron que precisamente en Pesaj, durante el Seder de la noche, cuando se recita Ma Nishtana (los niños hacen cuatro preguntas acerca de por qué esta noche es diferente de todas las demás) es un momento para hacer pedidos a Hashem, porque es un momento auspicioso para que esas plegarias sean respondidas. Así como los padres tienen que estar listos a responder las preguntas de sus hijos en ese momento, así también Dios abre las puertas del Cielo, dispuesto a responder los pedidos de Sus hijos. Y si bien NADIE en toda la familia sabía que habíamos programado una cirugía (porque íbamos a darles  una sorpresa al anunciarles que nos había nacido nuestro segundo par de mellizos), mi mujer y yo hicimos una pausa en el Seder y en silencio oramos para que Hashem hiciera alguna clase de milagro.

A la mañana siguiente, el primer día de Jol Hamoed, fuimos al hospital para la operación. La noche anterior, mi mujer había sufrido unas molestias en el bajo vientre pero lo descartó como algo propio del embarazo. Cuando nos estaban llevando a la sala de cesáreas, mi mujer tomó a la enfermera del brazo y le preguntó si podía por favor hacerle otra ecografía más para chequear la posición de los bebés, y en especial el de abajo, que durante los nueve meses había estado con los pies hacia abajo sin moverse ni por casualidad. Si bien le habían hecho una ecografía tres días antes (en la que se veía claramente que el bebé estaba de nalgas), la enfermera aceptó sin problemas.

La técnica de la ecografía enseguida se dio cuenta de que el bebé de abajo estaba cabeza hacia abajo. “¡QUÉ??!”, gritó mi mujer. “¿Está segura? A ver, déjeme ver!”. Y así, tan claro como el agua, nuestro bebé tan obstinado ya se había dado vuelta milagrosamente a último momento. De inmediato se canceló la cesárea y empezamos con el parto. En ese momento tan trascendental, mi mujer me miró con una mueca en la cara y me dijo las cinco palabras que por siempre cambiarían mi rostro: “Puedes quedarte con la barba”.

Mi mujer no tiene especial aprecio por la forma en que luzco con la barba (si bien a mis amigos les encanta). Sin embargo, lo que buscamos es mucho más profundo. Cuando algo externo refleja la forma en que nos sentimos. La barba, para nosotros, representa la comprensión de que no importa lo improbable que algo parezca, sabemos que cuando hace falta compasión, tenemos súper poderes en el bolsillo… o en el rostro.