Dos niveles de milagros

Desde el comienzo del Estado de Israel, Hashem nos ha bendecido con dos niveles de protección Divina.

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David Ben Horin

Posteado en 14.03.21

 

Desde el comienzo del Estado de Israel, Hashem nos ha bendecido con dos niveles de protección Divina.

 

El primer nivel fue entre 1948 y 1973, cuando los árabes se unieron en su deseo de derramar sangre judía. Los árabes se unieron, dejando sus ejércitos bajo el mando de generales de las distintas naciones, con el fin de levantar una falange destinada a borrarnos de mapa.

 

El hecho mismo de que siete ejércitos árabes lograran unirse fue en sí algo sobrenatural. Su derrota, a manos de Israel, en cuestión de meses fue nada más y nada menos que un milagro. Menos de dos décadas más tarde, cuatro ejércitos árabes se unieron para arrojarnos al mar. Los derrotamos en cuestión de varios días. Fue un milagro evidente.

 

En 1973, tres ejércitos árabes nos tomaron desprevenidos. En cierto momento no hubo nada entre los tanques sirios que avanzaba por la Galilea y los tanques egipcios que avanzaban por el desierto de Sinaí rumbo a Tel Aviv. El hecho de que la Tierra no quedara privada de sus hijos fue otro milagro evidente.

 

A partir de entonces, los milagros han sido más grandes aún pero más difícil de percibir. La paz con Egipto significó un mundo árabe dividido, que ya no había un enemigo con capacidad superior para eliminarnos. Desde 1974 hasta el día de hoy, jamás hemos tenido que enfrentar un enemigo de fuerza superior.

 

Esto en sí mismo es un gran milagro.

 

Existen 400 millones de árabes en más de 19 países que poseen una fortuna conjunta de más de 2 trillones de dólares. Si lograran unirse un segundo, solamente Hashem podría salvarnos. Las guerras que luchamos contra un frente árabe unido son vistas claramente como milagros Divinos para el pueblo judío.

 

El hecho de que los árabes no hayan podido utilizar su fortuna y su gran número es un milagro todavía mayor. Si bien todos tienen gobiernos que profesan servir a Dios, y todo el tiempo dicen “alabado sea Dios”, y Le rezan a Dios 17 veces por día para que destruya al pueblo judío, Hashem no accede a sus pedidos.

 

 

Hoy en día, las naciones árabes están fragmentadas. Muchos de estos países nos están “cortejando” mientras los soberanos árabes silenciosamente se alejan de sus aliados anti-israelíes para almorzar con nuestros Generales y Ministros.

 

Este milagro es más difícil de ver. La falta de conciencia espiritual nos lleva a una falsa complacencia, como si el poder de nuestro brazo y nuestras armas fueran los que derrotan a los árabes.

 

Ahora es el momento más crucial para darle las gracias a Hashem. Cuanto más silenciosos son los milagros, más grande son. Su ocultamiento mayor nos da la oportunidad de buscarlos y nos impulsa a expresar nuestra gratitud.

 

Incluso con la ventaja militar de alta tecnología que tenemos sobre nuestros adversarios, muchos de los cuales de hecho son nuestros aliados a esta altura de los acontecimientos, y con un amigo tan grande como lo es el Presidente Donald Trump, todavía no podemos construir en las zonas más queridos de nuestra Tierra. Todavía no podemos proclamar como nuestro al corazón de nuestro país sin despertar una ola de condenas.

 

Todavía no podemos reconstruir nuestro Templo a pesar de que poseemos la Tierra que se apoya sobre sus ruinas.

 

Es un milagro que nos sintamos tan protegidos como lo estamos pero es triste que por muy cerca que estemos de ella, la Redención todavía esté más allá de nuestro alcance.

 

Y con mucha más razón debemos dar las gracias a Hashem por los milagros difíciles de percibir, y rogar para que el Templo sea reconstruido y podamos llevar a cabo nuestra misión en la tierra.

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