El CO2 y yo

A la edad de once años me transformé en una impostora cuando entré en la feria de ciencias y me gané el segundo premio....

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Yehudit Channen

Posteado en 17.03.21

A la edad de once años me transformé en una impostora cuando entré en la feria de ciencias y me gané el segundo premio.

 

Había sido la idea de mi padre establecer un mini-laboratorio para la producción de CO2. Él pidió prestados tubos de ensayo y quemadores Bunsen de su propio laboratorio en Washington DC y se pasó días enteros montando todo lo que hacía falta.

 

Yo no lograba entender el concepto científico, por mucho que mi padre tratara de explicármelo. Cuando me di cuenta de que él se estaba enojando, decidí simular que lo entendía y que me importaba del tema. Oculté mi apatía y mi desesperación.

 

Lo mismo ocurría con mis clases de música. Mi padre insistió en que yo tocara el violín, que era un instrumento que a él le encantaba pero para el cual yo no tenía afinidad. Sostener el violín era muy incómodo y no soportaba la sensación de presión de los dedos sobre las cuerdas. Mi maestro era una persona distante y sombría que, mientras me daba las lecciones, parecía estar más aburrido que cualquier otra cosa.

 

Después de varios años de ser una estudiante falta de toda inspiración, le dije a mi madre que no lo soportaba más y ella convenció a mi padre para que parara con las clases. Mi padre aceptó a condición de que empezara a aprender clarinete, lo cual hice con la misma falta de pasión. Un año más tarde mi padre aceptó la derrota y pude salir de la banda del colegio en la que había estado simulando tocar.

 

El día de la feria de ciencias mi padre y yo fuimos a la escuela local a instalar el proyecto. El auditorio estaba repleto de estudiantes muy entusiasmados que iban de un lado al otro mirando los diferentes puestos. Esa noche los jueces iban a examinar los proyectos y elegir tres ganadores.

 

Esa noche no podía dormirme. Me aterrorizaba la idea de que los jueces me pidieran que explicara cómo se producía el CO2 y no tuviera la menor idea de cómo explicarlo. Me mortificaba la idea de tener que revelar mi ignorancia en público. Imaginé el dolor que sentiría mi padre si se revelaba la verdad.

 

A la mañana siguiente fuimos en el auto a la escuela. Mi padre estaba muy ansioso por saber qué proyecto había ganado. Yo fui tras él lentamente rumbo al auditorio y allí vimos una gran cinta azul colgando de mi proyecto, que había obtenido el segundo premio.

 

Mi padre estaba en las nubes y yo, al borde de la desesperación.

 

 

Los jueces se dirigieron rumbo a nosotros todos sonrisas y uno de ellos pronunció las palabras fatídicas: “Bueno, señorita, díganos entonces cómo se produce el CO2”.

 

Yo, paralizada, empecé a balbucear una respuesta vaga y mi padre, impaciente, me interrumpió, impresionándolos con una compleja y detallada explicación. Entonces nos sacaron una foto y siguieron adelante. Supongo que habrán pensado que yo me había puesto nerviosa y por eso no podía hablar.

 

Pasó un año y otra vez llegó la época de la feria de ciencias.

 

Esta vez no consulté con mis padres. Mi padre pareció un poco sorprendido pero yo aplasté mis sentimientos de culpa. Encontré un libro de proyectos de ciencias y elegí uno que me pareció interesante, donde se explicaba cómo entrenar a un pez de colores.

 

Compré un bol de vidrio con unos pocos pececitos de colores. Dos veces al día golpeaba suavemente el lado derecho del bol y les tiraba unos cuantos granos de comida para peces. Al final de la semana, los pececitos iban nadando a la parte derecha apenas yo daba el golpecito y buscaban la comida.

 

Era un proyecto libre sin nada de estrés, simple y divertido. Yo me sentí tan aliviada que no me importaba en lo más mínimo si ganaba o no. A la mañana siguiente, llevé el bol con los peces al colegio junto con una pintura de peces marinos que había preparado como decoración. Esa noche me quedé dormida en un segundo.

 

 A la mañana siguiente, cuando vi la cinta azul del tercer premio, me puse muy contenta. Pero incluso sin eso me habría sentido una ganadora. Con la ayuda de Dios había logrado vencer a la impostora…

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1. Javier Solis

6/05/2017

Inspirador

Magnifico articulo, me encanto y fue de gran bendición me sentí identificado, Hashem nos ayude a vencer al impostor. Saludos.

2. Javier Solis

6/05/2017

Magnifico articulo, me encanto y fue de gran bendición me sentí identificado, Hashem nos ayude a vencer al impostor. Saludos.

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