La Hija Díscola

HaShem jamás renuncia a nosotros. De la misma manera, nosotros tampoco deberíamos renunciar a nuestros propios hijos, no importa lo que hayan hecho

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 17.03.21

HaShem jamás renuncia a nosotros. De la misma manera, nosotros tampoco deberíamos renunciar a nuestros propios hijos, no importa lo que hayan hecho…

HaShem jamás renuncia a nosotros. De la misma manera, nosotros tampoco deberíamos renunciar a nuestros propios hijos, no importa lo que hayan hecho. En la educación de los hijos no hay lugar para la desesperación, tal como vamos a poder apreciar en la siguiente historia verídica que tuvo lugar durnate los años que precedieron inmediatamente al Holocausto:

Yosel, el mercader, estaba muy ocupado atendiendo varias compras que habían quedado pendientes desde antes de las Altas Festividades. Por eso se alegró mucho cuando se encontró con Feivel, que era el asistente del Rabino de Husiatin. Yosel le dio a Feivel una nota con la lista de deseos que había escrito con el nombre de cada uno de sus hijos y el de su esposa, pidiendo bendiciones para el año que estaba por iniciarse.

El Rebe de Husiatin era famoso por su rúaj ha-kodesh, que es la máxima capacidad espiritual que puede alcanzar un ser humano. El Rebe, al mirar la lista de nombres, hizo un gesto de asombro y le preguntó: “Feivel, acá hay algo que no está bien. Yo creo que Yosel por error olvidó mencionar a uno de sus hijos. Ve enseguida a preguntarle si se olvidó de alguien”.

Feivel fue y le preguntó a Yosel: “Yosel, el Rebe dice que te olvidaste de anotar el nombre de uno de tus hijos. Es una lástima que se quede sin su bendición antes de Rosh Hashaná…”.

El rostro de Yosel se puso rojo de cólera: “¿A ella? ¡A ella la borré de mi lista! ¡Para mí es como si se hubiera muerto! ¡Incluso me senté a hacer duelo por ella!”.

Miriam había sido una niña de conducta impecable que había demostrado poseer un enorme talento musical. Sus padres habían contratado a una profesora experta de piano que hizo de Miriam una virtuosa de este instrumento musical. Pero la profesora tenía ideas muy liberales y agnósticas y Miriam acabó apartándose del sendero del judaísmo tradicional. Miriam se transformó en una pianista de concierto que hacía varias giras al año por toda Europa y Norteamérica. Y se enamoró de un chelista no judío y se casó con él.

Feivel regresó a ver al Rebe y le explicó la omisión del nombre. El Rebe insistió: “Yo voy a agregar el nombre de Miriam bat Sara Guitel a la lista de Yosel. Ve y dile a Yosel que uno nunca sabe cuál de sus hijos le va a causar más gratificación a sus padres”.
 
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Los vientos de la Segunda Guerra Mundial llegaron también a Ucrania. En el verano de 1942, todo el pueblo de Yosel fue aniquilado. Su mujer y sus hijos fueron asesinados por los Nazis en los campos de concentración. Yosefl fue el único que logró sobrevivir.  Al culminar la guerra en 1945, Yosel era un esqueleto viviente, que pesaba apenas 39 kg y tenía el corazón y el espíritu destrozados. Sin tener ningún lugar adonde ir, Yosel se quedó dando vueltas por los distintos campos de personas desplazadas en Alemania hasta que por fin zarpó junto con otros sobrevivientes rumbo a New York.

Al desembarcar en Ellis Island, Yosel no tenía la menor idea de cómo recomenzar su vida. Un voluntario de una de las comunidades judías locales lo recibió y le dijo de un lugar de hospedaje para sobrevivientes del Holocausto. “Los dueños de casa son una maravillosa pareja jasídica muy acaudalada”, dijo el voluntario. “Va a poder quedarse allí durante tres días hasta que encuentre un trabajo y un lugar donde vivir. Le van a dar comida abundante y una cama donde dormir”. Él le dio el domicilio, en Brooklyn, y le dijo cómo llegar.

Una vez en Brooklyn, Yosel llegó a la casa indicada. Allí lo invitaron a pasar y fue conducido directamente a la mesa del comedor donde ya había otros tantos sobrevivientes disfrutando de una gran comida, que estaba siendo servida en forma personal por la dueña de casa. Cuando ella le sirvió un plato de comida caliente a Yosel, este levantó la mirada, la vio… y se desmayó.

Era su hija Miriam.

Miriam se había asentado en USA en 1938 y había un tremendo éxito en su carrera musical. Al enterarse de que su familia y todo su pueblo habían sido aniquilados, ella sintió una tremenda culpa por toda la angustia que les había ocasionado a sus padres antes de que ellos murieran. Entonces se divorció de su marido y se transformó en una baalat teshuvá, o sea, una penitente, que es una persona que retorna a la senda del judaísmo. En 1945 se casó con un hombre de negocios jasídico que era extraordinariamente rico y ambos decidieron usar su dinero para ayudar a los sobrevivientes del Holocausto; su suntuosa  mansión dio albergue a más de mil  sobrevivientes cuando estos daban sus primeros pasos en la Tierra de los Libres.

Ella jamás soñó con ver a su padre vivo otra vez. Pero así fue. A diferencia de los otros huéspedes, Yosel no tuvo que irse a los tres días sino que su hija y su yerno se encargaron a partir de ese momento de todas sus necesidades. Yosel llegó incluso a conocer a su primer bisnieto. No hay palabras que puedan expresar la tremenda gratificación que tuvo de su hija Miriam.

Tal como dijo el Rebe de Husiatin, uno nunca sabe cuál de sus hijos le va a dar la más grande satisfacción. HaShem perdona. También nosotros debemos perdonar. Invirtamos unos cuantos minutos de nuestra plegaria personal a ese hijo díscolo y veremos grandes milagros. ¡Que Dios inscriba a todos en el Libro de la Vida para un maravilloso Nuevo Año!
 
 

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1. Maria Huertas

10/30/2018

Conmovida!

Esta historia acaba de hablarme y renovarme. Hashem no nos abandona y nosotros debemos hacer lo mismo por nuestros hijos aunque se muestren rebeldes. A través de nuestras plegaria Hashem los dirigirà. BH!

2. Maria Huertas

10/30/2018

Esta historia acaba de hablarme y renovarme. Hashem no nos abandona y nosotros debemos hacer lo mismo por nuestros hijos aunque se muestren rebeldes. A través de nuestras plegaria Hashem los dirigirà. BH!

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