La menos popular de la clase

Mi hijo mayor vino, llorando. “¡Me dieron un golpe!”, “¿¿QUÉEE? ¿QUIÉEEEN?”. A mí se me puso la sangre hirviendo

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Rajeli Reckles

Posteado en 16.03.21

Ayer mi hijo recibió un golpe en el estómago de un compañero de clase. Ah… la dicha de tener hijos varones…

 

Ya sé que no es excusa. En realidad, los varones no tienen más tendencia a golpear que las mujeres. Solamente que ellas saben controlarlo mejor. Esperen. Digámoslo de otra manera. El varón no tiene más tendencia a golpear que una niña iraquí. Y ya que acabo de ofender a todas las mujeres iraquíes, ¿por qué no metemos también en la bolsa a las mujeres marroquíes?

 

En realidad, señoras y señoritas, me estaba refiriendo a mí misma.

 

Entonces resulta que yo estaba en casa “trabajando” y de repente oigo que alguien entra por la puerta. Me puse un poco nerviosa porque a esa hora no había nadie en casa. A David le va a encantar leer esto que estoy escribiendo, porque siempre me recuerda que cierre la puerta con llave y siempre me olvido.

 

Mi hijo mayor vino, llorando y sosteniéndose el estómago con la mano. “¡Me dieron un golpe!”, gritó en medio de sus sollozos. “¿¿QUÉEE? ¿QUIÉEEEN?”. A mí se me puso la sangre hirviendo. “¡Un chico de mi clase!”.

 

“Bueno, si hubieras tomado clases de Jiu Jitsu igual que tus hermanos, ¡por lo menos podrías habérsela devuelto!”, le grité.

 

Ay, Dios mío…

 

¿De veras dije esto?

 

Lo que quise decir fue: “¡Oh, lo lamento tanto! Cuéntame cómo fue mientras te preparo una rica taza de leche chocolatada con crema!”.

 

Yummmmm

 

Por supuesto que inmediamente llevé a cabo mis deberes paternales y llamé al maestro y le mandé una foto de la evidencia, mientras le exigía que se hiciera justicia. Luego fui directamente a la casa del chico y le dejé una nota de amor en la puerta de entrada (junto con una cabeza de pollo mojada con kétchup).

 

El maestro me aseguró que se iba a hacer cargo del tema y lo dejé ahí.

 

Al día siguiente, el maestro me dijo que había suspendido al chico varios días. Yo me sentí muchísimo mejor, si bien sabía perfectamente que iba a tener que enfrentar la rabia de la madre varios días. Pero supuse que eso era mejor a que él se enfrentara a mi rabia… en fin.

 

Nos pusimos a hablar de este chico y el maestro me dijo que le resultaba muy sorprendente lo que había hecho, porque por lo general es un chico muy tranquilo y suave. Pero entonces me dijo algo que me dejó con la boca abierta.

 

Dijo que ese alumno no tiene muchos amigos en la clase.

 

Eso me mató.

 

Inmediatamente sentí lástima por el chico.

 

Es terrible, una tortura, ir al colegio todos los días, sabiendo que la mayoría de tus compañeros no te quieren. Créenme que yo sé cómo se siente. Cuando yo iba a la escuela, era súper impopular. Tenía solamente dos amigas y nadie más. Había empezado en esa escuela en tercer grado y por algún motivo mis compañeros no me querían. ¿Tal vez habrá sido por mi corte de pelo típico de los ochenta, corto por adelante y largo por detrás? ¿O tal vez por mis cejas tupidas y unidas? ¿Cómo es que no sabían reconocer un buen estilo?

 

La cuestión es que crecí con este grupo de compañeros. Todo el tiempo se burlaban de mí, tanto las chicas como los varones. Incluso cuando crecí y ya tenía mejor aspecto, ninguno de ellos quería ser amigo mío. Para mí la escuela fue una experiencia horrible.

 

Desgraciadamente, esta clase de dolor nunca desaparece. Podemos enterrarlo bien profundo e ignorarlo, pero siempre hay algo que lo desencadena y uno tiene que sufrir dándose cuenta de que la herida sigue estando allí.

 

Una de las cosas que trato de inculcarles a mis hijos, y en especial al mayor, es que sean amables y sensibles con los sentimientos de los demás. Jamás sabemos realmente lo que le pasa al otro por adentro, qué estrés o aflicción tiene en la vida. Lo único que vemos es el comportamiento exterior y eso es por lo general sonrisas y “todo está lo más bien…”.

 

Queridos padres: los invito a que hagan un esfuerzo constante por enseñarles a sus hijos a que sean amables los unos con los otros. Aliéntenlos a que se hagan amigos de esos chicos que nadie quiere. Explíquenles que están literalmente salvándole la vida a ese chico.

 

Y en cuanto a los así llamados adultos, es lo mismo. Ellos también deberían dejar de estar tan envueltos en sus propios problemas que se olvidan de tratar al otro con decencia. Sólo los hipócritas dicen cosas lindas y luego actúan como bárbaros cuando tratan con los demás.

 

Eso es una aberración y una profanación del Nombre de Hashem.

 

La buena noticia es que es más fácil influenciar a un chico que a un adulto. Porque después, es como tratar de mover a una pared…

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