La Risa Divina

En el momento en que comprendes que incluso si optas por hacer el bien, tal vez ese “bien” no sea el “bien” que Hashem te reservó, se te está dando una oportunidad diferente…..

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Dovber Halevi

Posteado en 17.03.21

Una prueba clara de emuná es cuando no estás haciendo exactamente lo que sientes que deberías estar haciendo y recibes una bofetada de tu afectuoso Padre Divino, para hacerte retomar la buena senda.

 

Pero qué pasa cuando sí estás haciendo lo que se supone que tienes que hacer y aun así recibes la bofetada?

 

Es una verdadera bendición. Significa que Hashem labró un camino especial solamente para ti, y por ese camino está la llave del éxito para todo lo que tanto anhelas.

 

Yo pensaba que vivía la vida correcta. Nos habíamos mudado a Israel y habíamos adoptado una vida de Torá, de plegaria, de emuná. Nos establecimos en un pueblito de Gush Etzion.

 

Yo pensaba ¿qué más puede querer Dios de mí? ¿Acaso un sacrificio semejante no se merece una recompensa? Por cierto que sí. Es por eso que perdimos todo nuestro dinero, nos costó tanto hacernos de amigos y no pudimos conseguir empleo durante años. Después de cinco años de tremendas dificultades, nos fuimos. Nos mudamos a Netania. En muy poco tiempo encontramos trabajo, amigos y hasta empezamos a saborear el gusto del éxito.

 

Nos contaron una historia parecida: una familia que vivió en Jerusalén tres años y tampoco podía encontrar trabajo. Entonces se mudaron a otra zona de Israel y en menos de un mes el marido consiguió muy buen trabajo.

 

¿Acaso es justo que personas que eligen vivir en lugares que creen que son los correctos tengan que vivir una vida tan dura y tengan que irse, para después darse cuenta de que encontraron el éxito en otra parte?

 

Es como el refrán en idioma Idish, que es una síntesis de los principios de emuná:

 

A menchen tracht und der Aibishter lajt” – el hombre planea (literalmente “piensa”) y Hashem se ríe.

 

Que hayas planeado la vida ideal de Torá no significa que eso sea lo que quiere Hashem. Sí, se te ordenó que cumplas las mitzvot y que mejores tus rasgos de carácter, pero en un entorno que no necesariamente tú vas a elegir. Tal vez tu “vuelta” por este mundo sea para superar la tentación física y tengas que vivir en una ciudad grade durante un par de años para cuidar los ojos tantas veces que Israel merezca más milagros. ¿Quién sabe?

 

Tal vez tu tikún tenga que ver con ser honesto en los negocios y la chispa de santidad que Hashem quiere que ingieras esté dentro de una empresa de Smartphone en alguna parte de Hertzlia Pitúaj. O tal vez tu tikún  sea descubrir que cada metro de la Tierra de Israel es especial y que desde el río hasta el mar, la Tierra de Israel es Santa.

 

Quizás Hashem quiera un mundo en el que un judío más ame a su prójimo con todo su corazón y con toda su alma. Junto con estudiar las benditas palabras del Jafetz Jaim, quien nos suplica que tratemos a nuestros hermanos con un amor infundado, tienes que practicarlo. Pero no solamente cuando estás con gente como tú – eso es demasiado fácil. La verdadera prueba llega cuando estás trabajando en una oficina en la que la gente ama nuestra fe pero no necesariamente la practica. Qué pasa si el único motivo por el cual alguien es creado es para que mire al VP de contabilidad y valore la calidez con que trata a todo el mundo y presuma que el tatuaje que lleva fue hecho en contra de su voluntad…

 

En el momento en que comprendes que incluso si optas por hacer el bien, tal vez ese “bien” no sea el “bien” que Hashem te reservó, se te está dando la oportunidad de anularte completamente ante Dios. Se te está dando la oportunidad de poner en práctica atender las necesidades de Alguien que no eres tú.

 

Justamente el otro día leí un consejo muy interesante de un empresario: nunca elijas un producto y luego le busques el mercado. Primero encuentra la demanda de algo, y entonces crea el producto que responda a esa demanda.

 

Los más exitosos hombres de negocios colocan las necesidades de los demás antes que las suyas propias.

 

El vendedor exitoso no es aquel que se enfoca en su comisión, sino el que se ocupa de resolver los problemas de los demás con los beneficios del producto que vende.

 

El padre exitoso se concentra en lo que es mejor para sus hijos, tanto si a él le resulta agradable como si no.

 

El marido exitoso vive según aquello que le causa deleite a su mujer.

 

Al aceptar los decretos de Hashem, incluso cuando quieres objetar en el nombre de “Yo estoy haciendo lo que es correcto”, estás anulando lo que sientes que deberías estar haciendo para Dios, y aprendiendo lo que Dios quiere de ti. Al enfocarte en lo que quiere Dios, estás desarrollando tu capacidad personal de enfocarte en lo que quieren los demás.

 

Si puedes hacer eso, puedes lograr prácticamente cualquier cosa en la vida, y ser increíblemente feliz.

 

 

 

 

 

 

 

 

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1. Ytzjak ben Abraham

8/21/2015

Wow!

Sin palabras…

2. Ytzjak ben Abraham

8/21/2015

Sin palabras…

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