Lágrimas de Sangre

Durante tres semanas los esperamos. Iban a volver, pensamos. La alegría sería inmensa, creímos. Pero la terrible noticia nos hizo caer en la cruda realidad…

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Roí Aviram

Posteado en 05.04.21

Durante tres semanas los esperamos. Iban a volver, pensamos. La alegría sería inmensa, creímos. Pero la terrible noticia nos hizo caer en la cruda realidad… 

Fue hace como tres semanas. Los chicos salieron de la yeshivá para ir a casa. Llamaron por teléfono a sus padres y les avisaron que ya estaban de viaje.

Y listo. A partir de ese momento perdieron el contacto. Fuera de la famosa llamada por teléfono a la policía, no hubo ninguna señal de vida de los chicos.

La pesadilla de cada padre o madre.

 

Durante tres semanas, el corazón de todo el pueblo judío, tanto en Israel como en el extranjero, y de tantas otras personas del mundo enterque demostraron su solidaridad con las familias, orando, fortaleciendo, dando una mano, apoyando. De hecho, fueron los mismos padres los que nos demostraron todo esto. Durante tres semanas con los nervios de punta, no pudimos dejar de admirar a estas tres parejas, que fueron un ejemplo con su Emuná de hierro, su fortaleza espiritual, su coraje y su heroísmo, no de la boca para afuera, sino desde lo más profundo de su corazón.

Ayer a la noche mi hijo me llama y me dice: “Papá, fíjate, me parece que encontraron los cadáveres de los chicos secuestrados…”.

“¿Qué te pasa? No puede ser”, lo interrumpí, y mientras me puse a buscar en los sitios de noticias a ver si decían algo.

“Todavía no dijeron nada”, le dije. “Pero no puede ser, no puede ser que este sea el fin de tres semanas de plegarias, confraternidad, amor y apoyo. Dios mío, por favor, ¡¡no puede ser!!”.

Desgraciadamente, al cabo de dos horas desde aquella llamada telefónica, el terrible rumor demostró ser cierto. Ay, Dios mío, cuánto dolor… cuánto dolor!!

Y entonces empezaron a caerme las lágrimas por las mejillas.

Y me dolió el corazón. Un dolor indescriptible – por la muerte tan trágica de ustedes, Gilad, Eial, Naftali. Y yo, como todo el pueblo de Israel, vi las fotos de ustedes, sonrientes, llenos de vida, adolescentes en la flor de la vida… Ay, Dios mío, ¿adónde fueron a parar esas sonrisas?
Enseguida empecé a fijarme en las noticias, en las fotos – del lugar donde encontraron los cadáveres, de nuestro querido pueblo, que se unió como nunca antes para demostrar que estamos en esto todos juntos, de personas encendiendo velas por todas partes para la elevación de sus puras almas, de los familiares y todos los que llegaron a darles ánimo, apoyarlos y seguir estando junto a ellos en el momento más difícil, en el momento de la noticia más terrible, que le partió el corazón en dos a todo un pueblo y lo dejó sangrando y con un dolor insoportable. También escuché los comentarios de los periodistas, de los miembros del Congreso, de los amigos, de los familiares, la pesadilla a cambio de la cual todo padre y toda madre estarían dispuestos a dar todo lo que tienen en el mundo solamente para no tener que vivirla, ni siquiera en el pensamiento…

Pero a ellos sí les pasó. A ellos y a nosotros. A ellos y a todo el pueblo de Israel, que sufren y lloran junto a ellos la trágica muerte de los bellos pimpollos que fueron cortados antes de tiempo con indescriptible crueldad a manos de asesinos viles que no ven nada frente a sus ojos excepto el asesinato, la destrucción y la muerte, que no tienen la menor idea de lo que es el valor de la VIDA.

Eial, Naftali y Guilad eran almas puras y santas que fueron arrancadas de repente y que durante tres semanas lograron unir a todo el pueblo, dejando de lado todas las diferencias partidarias, para orar todos juntos, abrazándose y amándose los unos a los otros, y a las familias de ustedes, y a ustedes, si bien ustedes ya estaban muy pero muy lejos de nosotros. Queremos pedirles que sean defensores ante el Trono de Gloria de nuestro pueblo y que Le pidan a Dios compasión!

Y nosotros acá vamos a seguir orando, vamos a seguir todos unidos, y que esta unión y estas plegarias sirvan para la elevación de sus santas almas.

El corazón sangra y llora. Llora con lágrimas de sangre y el dolor es indescriptible. Tratamos de fortalecernos y de no venirnos abajo. Somos un pueblo único y especial, un pueblo en el que a cada uno le importa del otro, un pueblo empedernido, que no se va a rendir ni va a caer en la desesperación, a pesar de todo lo que pasa.

Eial, Naftali y Guilad: que sus puras y santas almas estén unidas a la cadena de la vida junto a todas las almas del Pueblo de Israel y los tzadikim en el Jardín del Edén. Amén!
 

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1. Silvia Bobb

7/03/2014

Me uno al profundo dolor del Pueblo Escogido por Dios, Israel. Gracias por sus maravillosos mensajes de emuna. Dios bendiga al pueblo de Israel Amen.

2. Silvia Bobb

7/03/2014

Gracias por sus maravillosos mensajes de emuna. Dios bendiga al pueblo de Israel Amen.

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