Los 7 Mandamientos en Egipto

Previo a que los Hijos de Israel se asentaran en la tierra de Egipto, su hermano Judá los había precedido y estableciendo en Goshen una escuela para el estudio de la Ley de Di-s…

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 06.04.21

Previo a que los Hijos de Israel se asentaran en la tierra de Egipto, su hermano Judá los había precedido y estableciendo en Goshen una escuela para el estudio de la Ley de Di-s…  

Reseña Histórica de los 7 Mandamientos – Parte 3:

El poder [1] espiritual de Jacob era asombroso. El luchó con un ángel de Di-s y lo venció (Gén. 32:25-30). A través de Jacob y sus hijos, [2] un pueblo nuevo y distinto emergió en la tierra. Los Hijos de Israel fueron llamados así en virtud de la bendición (y nuevo nombre) que el Creador le dio a su padre: “Tu nombre no será más Jacob, sino que Israel será tu nombre, y El llamó su nombre Israel” (Gén. 35:10). Rashi comenta que el nombre Jacob refiere a alguien que viene con sigilo y engaño, pero el nombre Israel denota un príncipe y gobernante.
 
Con los Hijos de Israel, un pueblo (especial) de Di-s hacía presencia en el mundo. Abraham, Isaac e Israel fueron cada uno notables profetas y, en esa virtud, vieron que sus descendientes irían al exilio en Egipto y que entonces serían redimidos por Di-s para proveerles con Su Divina Ley en el Monte Sinaí.
 
Los Patriarcas cumplieron a cabalidad con los Siete Mandamientos de los Hijos de Noaj; y, por medio de su don profético, vieron lo que la Revelación de Sinaí traería, y obedecieron también aquellas leyes, a pesar de que no habían recibido mandato respecto a ellas. Cuando Di-s bendijo a Isaac, fue “porque Abraham escuchó Mi voz, y guardó Mi encargo, Mis mandamientos, Mis estatutos, y Mis leyes” (Gén. 26:5). Rashi comenta que “encargo” refiere a los preceptos de la Torá que aún no habían sido ordenados, incluyendo prohibiciones rabínicas en lo concerniente al Shabat, mientras que “mandamientos” refiere a asuntos como robo y asesinato (dos de los Siete Mandamientos Noájidas). [3]
 
De hecho, hubo instancias en que emergieron controversias a propósito de los dos códigos legales. La disensión inicial entre José y sus hermanos tenía que ver con las diferencias entre las normas alimenticias del código Mosaico y el Mandamiento Noájida que prohibe comer carne (o el miembro) de un animal vivo. La Ley Mosaica permite a un Judío comer carne de un animal que ha sido faenado conforme al ritual (prescrito), aun si los miembros del animal exhiben algún movimiento. La Ley Noájida no requiere un faenamiento ritual pero prohíbe a los Noájidas comer la carne de un animal hasta que haya cesado todo rastro de movimiento. Los hermanos tuvieron una acalorada discusión respecto a este punto. Los hijos de Lea argumentaban que ellos, por cumplir con el precepto Mosaico, estaban exentos de la prohibición Noájida. Para probarlo, faenaron un animal conforme al precepto Mosaico y comieron de su carne antes de que los miembros del animal dejaran de moverse. José sintió que ellos habían cometido un error de juicio y llevó el asunto a su padre. [4]
 
Entonces los hermanos de José lo vendieron como esclavo, pero José tuvo a Di-s con él y emergió para convertirse en el segundo al mando de Egipto, prácticamente un rey paralelo a Faraón. Para el tiempo en que había perdonado a sus hermanos por lo que le habían hecho, la Divina Presencia había descendido desde el cuarto cielo al tercero por el mérito de Leví, el tercer hijo de Jacob.
 
Previo a que los Hijos de Israel se asentaran en la tierra de Egipto, su hermano Judá los había precedido y estableciendo en Goshen una escuela para el estudio de la Ley de Di-s, tanto los Siete Mandamientos que tenían obligación de observar como las leyes que recibieron (como herencia) de Abraham, Isaac e Israel. 24 Aun durante el largo y amargo período de esclavitud egipcia, la tribu de Leví permaneció en la Casa de Estudio, exenta de la terrible servidumbre, de manera que la Ley Divina fuera recordada y entendida y cumplida. [5]
 
Y debido a la rectitud del hijo de Leví, Kejot, [6]  la Divina Presencia descendió del tercer cielo al segundo.
 
Ante el decretó de Faraón sobre la muerte para los hijos varones que nacieran en el pueblo de Israel, Amram, (un levita) líder de la generación, se divorció de su esposa, Yojebed. Su idea era no traer a la vida más infantes israelitas, para evitar que sean asesinados. Amram, como líder, sabía que su acción sería emulada por su pueblo, que es precisamente lo que sucedió. Pero su hija, Miriam, le hizo ver que, en tanto que Faraón había emitido un decreto en contra de los varones, él lo había hecho en contra de varones y mujeres, al evitar que llegaran a este mundo. Conforme a las palabras de su hija, Amram y Yo jebed volvieron a casarse, y de esto nació Moisés. [7] En mérito de Amram, la Divina Presencia descendió del segundo al primer cielo.
 
Moisés es, en la historia de la humanidad, el individuo más humilde que haya vivido (Núm.12:3). Su humildad era tan grande que se veía a sí mismo como nada. Cualquier logro suyo lo miraba como algo que provenía exclusivamente de Di-s. Él sentía que si Di-s hubiera bendecido a otro hombre con tantos talentos (como a él), ciertamente hubiese logrado más con ellos. [8]  Esta auto-anulación lo puso en claro contraste con Faraón, quien afirmaba ser una deidad (de la forma en que lo había hecho Nimród). [9]
 
 
Continuara…
 
_________________
 
[1]  O fuerza, o capacidad. (Nota del traductor). [2] Doce varones y una hija. [3] Comentario de Rashi respecto a Gén.26:5.  [4] Comentario de Rashi respecto a “Y trajo José un mal reporte a su padre…” (Gén.37:2). [5]  Comentario de Rashi respecto a “Y delante de él…” (Gén.46:28). [6]  Comentario de Rashi respecto a “Vayan a sus tareas…” (Exod.5:4). [7]  Cuyos hijos eventualmente serían designados como los responsables de cargar el Arca de Di-s a través del desierto. [8]  Comentario de Rashi respecto a “Y él tomó de las hijas de Leví…” (Exod.2:1). 28 Likutei Sijot, Rabino Menajem M. Schneerson, volumen 13, página 30. [9]  Comentario de Rashi respecto a “El sale al agua…” (Exod.7:15).
 
 
– Extraído con permiso del libro “El Camino del Gentil Justo”, traducido por Juan Mayorga Zambrano-

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