¿Santo o Tzadik?

El país en el que nací está inundado de idolatría, hoy en día los cultos a llamados “santos” es un algo muy común y nadie se extraña de ello. Se les reza en las iglesias, se les saca en procesión por las ciudades y se cometen muchas abominaciones que son mal vistas a los ojos de Hashem y tristemente aplaudidas por muchos ignorantes. Todas estas acciones constituyen graves transgresiones, ya que la persona que rinde idolatría piensa que es ese “santo” el que le está prodigando un milagro y no Hashem. Rezarle a cualquier estatua es pura idolatría y no hay excusas.

En este mundo, gracias a Di-s, existen y han existido tzadikim a lo largo de toda la historia de la humanidad. Ellos son verdaderos justos, personas piadosas que llevaron una vida llena de mitzvot y estuvieron o están estrechamente conectados a Hashem. Hay que tener mucho cuidado en no confundirles en ningún caso con los santos a los que se idolatra, que Di-s nos libre de ello. A los tzadikim les amamos y les respetamos, pero no les idolatramos, ya que eso sería una blasfemia.

Uno de estos tzadikim, del cual ya habrán escuchado hablar si están visitando nuestra página web, es el tzadik Rabi Najman de Breslev. Él hizo una promesa antes de fallecer, ante testigos, por medio de la cual se comprometía a interceder ante Hashem por todo aquel que fuera a su tumba en Uman (Ucrania) y rezara el Tikún Haklalí además de dar unas monedas de tzedaká. Hay testimonios sobrecogedores a lo largo de todos los años desde que falleciera a comienzos del siglo XIX, sobre los grandes milagros que vieron personas que siguieron esta recomendación.  Él no fue el único que hizo promesas antes de fallecer para interceder ante la Corte Celestial por aquellos que hicieran un determinado rezo acompañado de tzedaká para los pobres y visitas a tumbas de rabinos importantes. Hay muchos testimonios que atestiguan que recibieron el mérito de experimentar la salvación de las circunstancias particulares en las que se encontraban gracias a estas plegarias y a la intervención de los tzadikim que ya han fallecido.

No hay que confundir esta forma de conexión con Hashem a través del tzadik con la idolatría de los santos. En el cristianismo se rinde culto a la persona en concreto y se piensa que son ellos los que obran milagros. Esto es completamente erróneo y conduce por desgracia a millones de personas cada día a hacer idolatría y, por tanto, a faltar a uno de los preceptos más importantes que existen para todas las naciones.

Debemos ser conscientes de que todo lo que sucede en este mundo está movido única y exclusivamente por nuestro Creador, el hecho de que cada uno de nosotros nos levantemos por la mañana y llevemos a cabo incluso las funciones fisiológicas más básicas es solo gracias a Di-s. Él es quien crea y destruye y decide quién queda con vida y quién muere, quién enfermará y quién sanará. Es imprescindible que nunca dejemos de lado este pensamiento, que es solamente Hashem el Único que rige nuestras vidas.

En el caso de los tzadikim, ellos actúan como si fueran nuestros abogados defensores y apelan a la Misericordia Divina para que los decretos sobre nuestra alma sean mitigados. Como así lo hace el Rabino Shalom Arush al hacer el Pidión Néfesh por la persona que lo necesita. Ellos son intermediarios, personas que tienen un nivel elevado de Torá y que derrochan tanta bondad que quieren compartir su conexión intensa con el Creador para ayudar a los demás incluso después de que fallecen. Es un acto de bondad el que hacen los tzadikim de tal envergadura que es difícil llegar a comprender plenamente de qué niveles estamos hablando. Lo que sí podemos llegar a entender es la importancia de rezar en la debida dirección y de rendir culto al Único que así lo merece, nuestro Creador.

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