La Rebelión de Ari

Desesperado por sentir algo de sentido personal y de logro en su vida, Ari dejó de estudiar.Pero eso fue una nada comparado con lo que vendría después...

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Dr. Zev Ballen

Posteado en 17.03.21

Esta es la historia de Ari Friedman. Ari se había hartado de pensar que era un tonto que ni siquiera era capaz de estudiar. Se había hartado de que sus compañeros se burlaran de él. Se había hartado de las constantes peleas de sus padres. Desesperado por sentir algo de sentido personal y de logro en su vida, Ari dejó de estudiar en la yeshivá y se puso a “explorar” el mundo que había fuera de HaShem y de Su Torá.

La primera vez que quebrantó el Shabat para fumar un cigarrillo y mirar una película en su celular, Ari sintió una oleada de “poder” y “revitalización”. Para él, ese acto de rebeldía era como un triunfo sobre sus padres y sobre Dios.

Años enteros de enojo reprimido contra sus padres y el judaísmo de la Torá ahora dieron rienda suelta a sus sentimientos. Los padres, impotentes, vieron cómo su hijo descartaba sistemáticamente cada uno de los rituales religiosos con los que se había criado. Primero dejó de ponerse el talit y los tefilín; después empezó a comer comida que no era kasher. Dejó de lavarse las manos y decir las bendiciones. Dejó de ir a la sinagoga; se cortó los rizos laterales y en lugar de eso empezó a usar jeans rasgados y un arito en la oreja. Después empezó a maldecir a sus padres y hablarle mal a sus hermanos. Empezó a profanar en forma abierta el Shabat frente a sus padres, arruinando el espíritu sagrado del día en su hogar. Empezó a salir todas las noches y después dormir todo el día. Se embriagaba y daba portazos cuando su familia estaba tratando de dormir. Su habitación era un reflejo del caos que lo había infectado. Empezó a traer a casa a malos amigos y empezó a fumar y viajar en motocicleta. Dejó de ayudar a sus padres y se negó a limpiar lo que ensuciaba. Pero lo más alarmante de todo, más que las manifestaciones externas de su declive moral, fue el deterioro que sufrió su alma.

Ari empezó a burlarse de la Torá y a simpatizar con gente que atacaba a Israel y al estilo de vida de la Torá. No podía soportar oír hablar de nada sagrado. Se sumergió por completo en la música, pero en una música de impureza espiritual, a fin de no darle entrada a HaShem.

Al principio, sus padres dieron batalla; ellos también se sentían enojados con su hijo. Peor todos sus gritos y todos sus sermones no hicieron más que poner más distancia entre ellos y Ari. Y cuando los padres comprendieron que corrían peligro de perder por completo a su hijo, se aplacó su enojo y dejaron de mostrar su desaprobación ante la conducta de Ari. El padre, que hasta entonces había sido el principal destinatario de la furia de su hijo, hizo un giro de ciento ochenta grados y empezó a demostrarle a Ari más amor y más atención que nunca antes.

Pero…  ay… el estado de Ari empeoró aún más…

Ahora empezó a pegarles a sus hermanos y a empujar a sus padres cada vez que se enojaba. Incluso después de haber visto a tres terapeutas y de haber tomado dos anti-depresivos, Ari estaba totalmente fuera de control.

La familia Friedman había llegado al momento de la verdad. Habían agotado todos los recursos que conocían y estaban dispuestos a escuchar nuevas ideas. Y se quedaron shockeados cuando se les aconsejó que pusieran fin a todos sus esfuerzos por cambiar a su hijo y en lugar de eso, empezaran a cambiarse a ellos mismos. Pero no obstante tomaron muy en serio el consejo.

El Sr. y la Sra. Friedman aprendieron que Ari estaba manifestando el resentimiento que la Sra. Friedman sentía hacia su marido y su forma egocéntrica de cumplir la Torá. La Sra. Friedman sentía que el estilo de vida religioso la había privado de todo el amor y toda la atención que ella necesitaba de su esposo. A ella no le servía de nada que su marido fuera un erudito de Torá cuando él ignoraba las necesidades de ella por completo. Ella quería un verdadero compañero junto a quien disfrutar de la vida. Ella se había rebelado contra el trato frío de su marido aflojando su propio nivel de observancia.

Ari creciendo odiando a su padre por hacer que su madre se sintiera sola y triste. HaShem usó a Ari como un espejo para mostrarle al Sr. Friedman que la única manera de que Ari aceptara nuevamente su amor era si él, el Sr. Friedman, le mostraba más amor a su esposa. HaShemtambién utilizó a Ari como un espejo para mostrarle a su madre que si quería que su hijo retornara a la observancia de la Torá, ella necesitaba fortalecer su propia observancia. Y que en vez de rebelarse contra su marido, ella tenía que comunicarse con él.

El Sr. y la Sra. Friedman empezaron a trabajar con ahínco, cada  uno en su propio ámbito, y cuanto más se esforzaron, más mejoras percibieron en Ari. El Sr. Friedman empezó a leer entre líneas lo que le quería decir su mujer y empezó a ayudarla sin que ella tuviera que suplicárselo ni exigírselo. La soledad que solía sentir ella empezó a disiparse y se sintió amada por primera vez en su matrimonio. Ella, a su vez, fortaleció su observancia de la Torá. Gracias a Dios no era demasiado tarde. Todavía estaban a tiempo. Una vez fortalecida su emuná, la Sra. Friedman empezó a ser un modelo más auténtico para impartirle verdaderos valores de Torá a su hijo adolescente. Empezó a hablar con él en forma más convincente acerca de la Torá  y el padre logró parar de una vez con sus sermones que para Ari era como somníferos.

Ari vio que en vez de sermonearle, su padre estaba utilizando la Torá para hacer que su madre se sintiera más plena y más feliz. Además vio que su madre disfrutaba del judaísmo por primera vez, en vez de cumplir con los preceptos “gruñiendo”. Así fue como el enojo de Ari se aplacó, en especial para con su padre.

El Sr. Friedman empezó a centrarse en el buen carácter de su hijo e hizo todo lo que pudo por pasar por alto todo lo demás. Ari, por su parte, percibió el amor incondicional de su padre y su compromiso en la relación padre-hijo.

Hoy en día Ari está volviendo. Está trabajando y estudiando. Tiene un compañero de estudios con el que estudia Torá y está tratando de mejorar su observancia del Shabat. Dejó de gritar y de pegar y su estado de ánimo ha mejorado enormemente. Rara vez sale hasta tarde y ya no vuelve a casa borracho. Según él, todavía tiene un largo trecho que transitar pero de vez en cuando participa en los rituales religiosos y logra hablar acerca de HaShem.

Pero de lejos el mejor indicador del futuro de Ari es que sus padres lo colman de amor y siguen creyendo en sus buenas cualidades. Ellos tienen emuná de que, dado que este es el camino que HaShem ha elegido para ellos y para su hijo, es ciertamente para bien.
 
 
 

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1. Janeth Enriquez Florez

5/30/2018

La Historia de Ari

Excelente. Porq soy madre de un adolecente. Y es muy bueno aprender y lo mas importante contar con sus enseñansas

2. Janeth Enriquez Florez

5/30/2018

Excelente. Porq soy madre de un adolecente. Y es muy bueno aprender y lo mas importante contar con sus enseñansas

3. Karina

5/28/2018

La rebelión de Ari

Muy buena esta historia, para reflexionar, lastimosamente como uno lleva una relación de pareja eso se refleja en los hijos y el más débil cae. Shalom a los amigos de Breslev por este tipo de artículos que nos ayudan. Shalom desde Perú Huánuco.

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