Cuando no te devuelven la sonrisa

Todos podemos ver que esto es lo que sucede hoy en día. Uno puede sonreírles a los demás y no recibir una sonrisa de regreso.

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Dr. Zev Ballen

Posteado en 04.04.21

El Rebe camina con la cabeza bien en alto, con los movimientos medidos. El Rebe no sonríe mucho. Él es un hombre orgulloso. Si le dices “buen día, Rebe” o “gut Shabes Rebe”, él apenas si te va a mirar con un gesto de molestia. El Rebe se da vuelta y examina la habitación con sus ojos penetrantes. De pronto tú piensas: “Tal vez el Rebe no necesite que lo salude. Debo haber cometido un error al distraerlo de sus ‘pensamientos sagrados’…”.

 

¿Qué está mal en esta escena?

 

Si fueras un novato en el judaísmo, y vieras esta figura helada y distante, ¿cómo te sentirías? Si este comportamiento no te desagradara demasiado, quizás te daría curiosidad saber más de esa persona, de su pasado, de sus costumbres, de su estilo de vida. De hecho, sus ropas tienen algo interesante, algo aristocrático.  Pero él no va a hablar en español con ustedes, porque el español es una lengua “impura”. Él tampoco habla hebreo, porque no es suficientemente “sagrada”. Él solamente habla idish pero si hablas con él en idish y al oírte, él se da cuenta de que no es un idish “heimish”, entonces te va a mirar de arriba para abajo, sonriendo una sonrisa condescendiente y alejándose rápidamente del lugar.

 

¿Por qué el Rebe no actúa en forma recíproca?

 

La verdad es que no puede. Y les voy a explicar por qué.

 

Dijo el Rey Salomón: “Así como el agua refleja el rostro con un rostro, así también el corazón del hombre se refleja en el del otro”. La persona siente naturalmente lo que el otro siente de ella en el corazón. Los sentimientos del corazón de uno se perciben en el corazón del otro y automáticamente se reflejan de vuelta en el corazón del primero, así como “el agua refleja el rostro con un rostro”. Pero esto sucede solamente cuando hay un verdadero reflejo y únicamente el agua pura y diáfana puede crear un reflejo así.

 

Si el agua de una persona es negra, debido a que les guarda rencor a los demás en su corazón, y no se ha esforzado por purificarse de su suciedad espiritual, entonces  esa persona es incapaz de sentir y reflejar los buenos sentimientos que los demás inician hacia ella. La persona está tan ensimismada en sus propios sentimientos que no es capaz de recibir la bondad y la generosidad que los demás le están ofreciendo. No tiene la fuerza necesaria para recibir la luz del otro, porque se ha quedado sin fuerzas por culpa de su odio infundado hacia otro judío que simplemente se viste de manera diferente, que tiene costumbres diferentes y habla un idioma diferente al suyo.

 

Todos podemos ver que esto es lo que sucede hoy en día. Uno puede sonreírles a los demás y no recibir una sonrisa de regreso. No siempre es porque sientan un odio infundado. A veces es porque están demasiado ocupados en el aspecto físico y en su materialismo- pero al fin de cuentas es que están ocupados en sus preocupaciones, en sus vidas, en ellos mismos. Y aunque se pasen todo el santo día estudiando Torá, o aunque provengan de un mundo muy ilustre y muy espiritual, están practicando una forma muy superficial de judaísmo, porque toda la Torá y todos sus preceptos nos fueron dados para que nos conectemos con Hashem y el uno con el otro.

 

Dijo Dios: “No es bueno que el hombre esté solo”. El mundo no puede sobrevivir si la gente no sonríe mutuamente y no quieren unirse y ayudarse los unos a los otros. La gente está tan llena de “agua sucia” que ya no tiene reflejo. Pero la gente que se siente dolorida por la frialdad de los demás son personas cuyas almas son más limpias y anhelan la clase de conexión que pondrá fin a este amargo exilio. Es un anhelo por la clase de vida que existe en el Mundo Venidero, cuando todos seremos uno.

 

Entonces qué podemos hacer la próxima vez que nos topemos con uno de estos “peces fríos”?

 

Esperar que esa persona fría se acerque y te dé un cálido “¡Buenos días!” no puede ser la respuesta, porque te vas a quedar esperando por siempre!

 

En el rezo de Shemone Esré, decimos: “Pues en la luz de Tu Rostro, que Tú nos diste”. Cuando la persona siente que Hashem le está “sonriendo” (por medio de toda la creación) y lo saluda, por así decirlo, él está viviendo en un mundo de cercanía a Hashem, en que todo es “cara a cara” con Hashem – o sea, la relación más profunda posible. El que no tiene este anhelo de haarat panim (la sonrisa de Hashem), vive en un mundo muy frío.

 

Si uno tiene un sentido palpable de Hashem en su vida, puede recibir haarat panim de Hashem y no sólo eso, sino que va a descubrir que es capaz de darle esa sonrisa a los demás, incluso a aquellos que no le devuelven ni la sonrisa ni el saludo

 

 

 

 

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