Hashem está en todas partes

Tenemos que pensar: ¿qué quiere el Rey que yo haga? Entonces Hashem va a estar frente a nosotros a cada instante y nos marcará el sendero

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Dennis Rosen

Posteado en 08.11.21

El siervo del rey puede vivir una vida muy placentera. Vive en un palacio con todos los lujos y rodeado de todas las comodidades. Pero si el siervo empieza a actuar como si fuera el rey y trata de usurpar la autoridad del rey, entonces va a sufrir mucho.

 

Tenemos que tomar conciencia de que nosotros somos los siervos y coronar a Hashem nuestro Rey. Al hacerlo, estaremos viviendo la vida con una orientación muy diferente. Cada vez que planeemos hacer algo, primero nos preguntaremos: “¿Acaso estoy que estoy por hacer va a traerle gloria al Rey?”. Si así es, lo haremos. Y si no, entonces mejor que renunciemos.

 

Es muy importante que usemos este enfoque cada vez que tomamos decisiones importantes en la vida, como por ejemplo, la carrera, el matrimonio, y la educación de los hijos. Tenemos que pensar: ¿qué quiere el Rey que yo haga? Entonces Hashem va a estar frente a nosotros a cada instante y nos marcará el sendero para que podamos tener éxito.

 

Dice Rabí Natan que el principal aspecto del arrepentimiento (teshuvá) es darnos cuenta de que Hashem está siempre con nosotros. No hay felicidad más grande que esa: saber que el Rey está siempre junto a ti.

 

Las transgresiones se deben a una locura del espíritu y a que momentáneamente nos olvidamos de la presencia del Rey. ¿Quién va a cometer una transgresión mientras va caminando por la calle de la mano de su Padre? ¿Acaso te preocuparías por el sustento cuando tu Padre y tu Rey está allí a tu lado? Cuando te das cuenta de que Hashem está constantemente junto a ti, no hay motivos para desesperarse.

 

Debemos internalizar esto y hacerlo parte de nuestra realidad interna. Para poder hacer esto, tenemos que atravesar la distancia más grande en todo el mundo. No estamos refiriéndonos a la distancia entre Tel Aviv y Honolulu, sino a la distancia entre el cerebro y el corazón.

 

 

Cuando el fundador del jasidismo, el Baal Shem Tov, tenía cinco años de edad, su padre, Rabí Eliezer, sabía que estaba por morir. Y quiso darle a su hijo sus instrucciones finales para dejarle una poderosa impresión antes de morir.  Entonces fueron los dos caminando una gran distancia rumbo al bosque para tener una conversación profunda. Rabí Eliezer le dijo a su hijo: “Pase lo que pase, recuerda que Hashem está siempre junto a ti”.

 

El Baal Shem Tov dio testimonio de que jamás olvidó esto en toda su vida. Eso fue lo que le dio la fortaleza interna para acabar con su mala inclinación.

 

Debemos visualizarnos a nosotros mismos como soldados en un ejército acampado en territorio hostil con guardianes apostados en todo el contorno. No podemos dejar que los guardianes se queden dormidos. Nuestro sistema de guardia para mantenernos alegres, optimistas y libres de emociones negativas consiste en saber que Hashem está en todas partes y está al lado de nosotros. Si dejamos caer la guardia, la mala inclinación puede penetrar nuestras fronteras y desencadenar emociones negativas. La desesperación, la ansiedad y la ira surgen en el momento en que uno se olvida de esto.  Uno puede caer en un momento de fantasía lleno de mentiras y tomar malas decisiones.

 

¿Cómo podemos fortalecer la sensación de que Hashem está allí junto a nosotros? Rabí Najman dice que hay una forma segura, que es la plegaria personal. La plegaria personal es la más grande de las virtudes, porque es la mejor forma de internalizar el hecho de que    Él siempre está a tu lado. Todo el que pasa 60 minutos por día hablando con Hashem sabe que Él está siempre presente.

 

Uno de los principales componentes de la plegaria personal es la auto-evaluación. Pasamos revista a las 24 horas previas e identificamos instancias en las que hemos pecado o no cumplimos con nuestras responsabilidades ante Hashem. Le pedimos a Hashem que nos perdone y pedimos ayuda para poder mejorar.

 

El arrepentimiento sincero y hablar con Hashem igual que uno habla con su Padre que lo ama Le causa a Él una enorme gratificación. Y a nosotros nos trae felicidad, confianza y paz interior. Esto ciertamente acelera la redención personal de cada uno y la redención nacional de todo el pueblo.