Iluminar nuestro futuro

Shabat Zajor: la nación que no tiene pasado tampoco tiene futuro y es como una nave a la deriva en un mar tempestuoso…

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 02.03.23

Amalek, el archienemigo del pueblo judío, sabe exactamente dónde atacar. Él apunta a los espiritualmente débiles “… aquellos de ustedes que han caído atrás, y están cansados y agotados y no temen a Hashem” (Maftir, Zejor). La referencia de la Torá a los “cansados y agotados” no se refiere a un estado físico. En absoluto .Se refire a la fatiga del alma, cuando la persona no tiene fuerza para levantarse de la cama a la mañana, para ponerse los tefilín y rezar. ¿Qué pasó? El veneno de Amalek neutraliza la emuná y promueve la herejía hasta tal punto que la persona piensa, Dios no lo permita, que Hashem no escucha sus pleglarias y que rezar es una pérdida de tiempo. Esta persona sufre sin cesar y se descorazona, perdiendo la esperanza de alguna vez slucionar sus problemas financieros, matrimoniales y/o de salud. En términos matemáticos, falta de esperanza menos emuná es igual a desesperación.  El judío desesperado es un judío desaparecido, cautivo en manos de Amalek.

¿Cómo hace el judío para alcanzar el punto de falta de esperanza y de emuna que lo lleva a la más completa desesperación y que le quita las ganas de vivir y mucho menos de esforzarse? Otra vez asoma la fea cabeza de Amalek Amalek le dice al judío que acabe de una vez por todas con esas cosas anticuadas, irrelevantes y pasadas de moda. Le dice que se ponga los tzitzit adentro de la camisa para que no se vean. Después le dice que directamente no se los ponga. Y lo mismo con la kipa. Amalek le dice al judío que hoy en día es peligroso dar vueltas con la kipa en la cabeza no sea cosa que uno sea el blanco de los terroristas, ya sea en Jerusalén, Paris o Brooklyn. “Ponte una gorrita de béisbol o una boina”, dice Amale, Muy pronto, este judío va a ir con la cabeza descubierta y entonces sí que va a quedar expuesto a todo tipo de peligros.

La sociedad amalekita tanto de antaño como de hoy en día desprecia a las generaciones anteriores. Hoy solamente cuenta la alta tecnología y el progreso. No hay nada tan INÚTIL como un libro de texto científico sobre computación de hace apenas tres años ; la tecnología avanzó muchísimo desde entonces. Y siendo así, dice Amalek, ¿cómo se pueden permitir perder el tiempo con escritos de hace 100, 2000 o 3000 años? La intolerancia de Amalek por las generaciones anteriores es el motivo por el cual él cree en la teoría de la evolución de Darwin, pues cada generación anterior se parece un poquito más a los chimpancés. ¡Ahora se entiende por qué él no quiere tener nada que ver con el pasado!

Por el contrario, el pueblo judío se aferra a las generaciones anteriores y las venera El pasado de Israel le ilumina el futuro, porque todo el que olvida su pasado judío muy rápidamente se asimila y abandona su futuro judío. En la tradición judía, cuanto más anciano es algo, más valor tiene. Cada generación anterior nos acerca más al Rey David, a Moisés, a Abraham, Isaac y Jacob. Nuestros patriarcas, a diferencia de Amalek, que enseña la herejía, nos enseñan emuná.

Sabemos que la Torá es verdad. De hecho, cuando los amalekitas y demás herejes llegan con sus argumentos supuestamente racionales en contra de la Torá, nosotros no discutimos con ellos ni les prestamos atención, ya que tenmos una tradición de padre a hijoj y de maestro a alumno que se remonta a la ininterrumpida cadena de Esther y Mordejai, Moisés y Aarón y Abraham y Sara. Esa cadena fue testigo de cómo Hashem se reveló en el Monte Sinaí y dividió las aguas del Mar Rojo. Cuando la Torá habla de Amalek, dice :”Guerra con Amalek de generación en generación” (Exodo 17:16). Sin embargo, cuando el Rey David describe a los judíos, dice “De generación en generación alabarán Tus obras” (Salmos 145:4). Mientras que con Amalek no hay conexión entre una generación y otra, en Israel cada generación está estrechamente conectada con la anterior.

Nuestras generaciones previas nos enseñan emuná. Mordejai sigue los pasos del Rey Ezequías, quien le dijo al profeta Isaías: “Aprendí por tradición de mi bisabuelo David que incluso si una espada filosa está pendiendo sobre tu vena yugular, no tienes que perder la esperanza”.

El decreto de aniquilación firmado por Hamán fue firmado y sellado. Ya era un hecho. Pero Mordejai y Ester on perdieron la esperanza. Y el final de la historia es que todavía estamos aquí y los opresores de antaño ya hace mucho que fueron borrados del mapa. Lo mismo ocurrirá también con nuestros actuales opresores, ya van a ver…. Lo único que tenemos que hacer es aferrarnos a la emuná, a los verdaderos tzadikim de nuestra generación y a los de las generaciones anteriores y jamás olvidar lo que sucedió en Purim!

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