El momento Eureka / Vaigash

“Y ahora no son ustedes los que me enviaron aquí sino Hashem, y Él me convirtió en el principal consejero del Faraón y señor de toda su casa y de toda la Tierra de Egipto… y yo les proveeré a ustedes” (Génesis 45:8-11)

¿Acaso ustedes son lo suficientemente viejos como para acordarse del show de Johnny Carson? Su maestro de ceremonias, Ed McMahon, solía presentar a la estrella del show diciendo: “Y ahora aquííííí está Johnny!!”.

Si nos remontamos a una época todavía más lejana en el tiempo, cuando yo era un niño pequeño, toda Norteamérica estaba pegada a la TV los domingos a la noche, al abuelo de todos los programas de entretenimientos, el “Show de Ed Sullivan”. Antes de que el anfitrión Ed Sullivan apareciera en escena, una voz anuncia grandiosamente “Y ahora aquííííí está Ed!”.

Nuestros sabios enseñan que la Torá no desperdicia ni una sola letra, mucho menos una palabra o una frase. Entonces ¿por qué Yosef antecede su declaración de emuná y reconciliación con sus hermanos diciendo: “Y ahora”. Esto ciertamente no era ningún programa de televisión sino una seria y dramática confrontación que podría haber culminado con una guerra si Yosef hubiera tardado en revelarse aunque fuera un momento más.

Los hermanos de Yosef tenían miedo de que él los matara o por lo menos les exigiera una recompensa enorme por todo lo que le habían hecho. Ellos sabían que habían tenido las peores intenciones. Simon y Levi habían querido matarlo ahí mismo. Yehuda había dicho que lo vendieran como esclavo a un amo de otro país, lo cual si bien no implica derramamiento de sangre, era equivalente a la muerte. Rubén hizo que lo arrojaran en un pozo lleno de serpientes y escorpiones venenosos. Todos los hermanos estuvieron de acuerdo. Para ellos, Yosef, ahora virrey de Egipto, iba a reaccionar “normalmente” y usar todo su poder para cobrarles todos los años de sufrimiento que había tenido por su culpa.

Pero Yosef no responde “normalmente” sino que responde con emuná. Su corazón y su mente están llenos del espíritu sagrado de iluminación Divina y por primera vez se da cuenta de que todo lo que le ocurrió era todo para bien. Reflexiona en lo que los hermanos quisieron hacerle y lo compara con lo que Hashem finalmente le hizo. No les recuerda a sus hermanos lo que complotaron contra él porque percibe que se han arrepentido. En lugar de eso, les enseña los tres principios de emuná, que son

1. Todo proviene de Hashem
2. Todo lo que hace Hashem es para bien
3. Todo lo que hace Hashem es con un propósito.

Ahora podemos entender por qué Yosef precede sus frases con “Y ahora”. Este es el momento preciso en que Yosef se da cuenta de que todo su sufrimiento era de Hashem, para bien y con un propósito. Y con ese pensamiento en mente, veamos exacto por qué Yosef dijo cada palabra que dijo:

Y ahora…. – este es el momento en que Yosef se da cuenta e internaliza en su corazón la emuná que tenía en su mente.

… no son ustedes los que me enviaron aquí sino Hashem – Yosef les está enseñando a sus hermanos el primer principio de emuná, que todo proviene de Hashem, y que por lo tanto él no les echa la culpa ni les guarda rencor por haber hecho que él descendiera a Egipto.

… y Él me convirtió en el principal consejero del Faraón y señor de toda su casa y de toda la Tierra de Egipto – Yosef les está mostrando a sus hermanos el segundo principio de emuná, que todo lo que hace Hashem es para bien, si bien ellos tenían la intención contraria.

Tres pasajes más abajo, Yosef les dice a los hermanos:

…. Y yo les proveeré a ustedes – él les dice que ahora ellos tienen un refugio para traer a su padre Jacob y a toda su familia y así evitar que todos se mueran de hambre en la tierra de Canaán,  mostrándoles así el tercer principio de emuná, que Hashem hace todo con un propósito específico.

Las lecciones que Yosef les enseña a sus hermanos ejemplifica el principal objetivo del libro de Génesis- Bereshit- y sus detallados relatos de los anales de nuestros antepasados: para enseñarnos emuná.