La alabanza oculta – Parashat Emor

La Torá habla en forma muy directa. No adula ni “embellece” la historia de nuestro pueblo.

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 18.03.21

Y el hijo de la mujer israelita salió  –y era el hijo de un hombre egipcio– entre los hijos de Israel. Lucharon en el campo y el hijo de la mujer israelita (luchó contra) un hombre israelita… el hijo de la mujer israelita pronunció el Nombre y blasfemó… y el nombre de su madre era Shlomit bat Divri (Levítico 24:10-11).

                                    

La Torá habla en forma muy directa. No adula ni “embellece” la historia de nuestro pueblo. Pero la condena que hace la Torá de nuestros antepasados es en realidad nuestra más grande alabanza. Por ejemplo, en la parashat Ki Tisa, la Torá relata el fiasco del Becerro de Oro. Sin embargo, de los 600.000 judíos varones adultos, solamente 3000 adoraron el Becerro de Oro, o sea, apenas un 0,5 %. Y 99,5 % de los varones adultos judíos  y el 100 % de las mujeres adultas judías conservaron su lealtad a Hashem y a Moisés, y no tuvieron nada que ver con el erev rav (la multitud mezclada), la gentuza proveniente de otras naciones que iniciaron el Becerro de Oro y que habían aprovechado la oportunidad  de irse de Egipto cuando salieron los israelitas.

 

En la parasha de esta semana también la condena es el más grande cumplido. En los 210 años de esclavitud en Egipto que se extendieron durante cinco y hasta seis generaciones incluyendo a millones de judíos, hubo solamente un único caso de infidelidad matrimonial, que la Torá da a publicidad con luces de neón. Y hasta eso fue por accidente. ¿Saben por qué? Les explico: Shlomit bat Divri estaba durmiendo. Un hombre entró en su cama; ella estaba segura de que era su marido, pero no lo era. Era el capataz egipcio de su marido que lo forzó a trabajar toda la noche sin parar y lo golpeó hasta matarlo. En medio de la noche, el egipcio se introdujo en la casa y sorprendió a la mujer del israelita. Y un hijo fue concebido esa noche.

 

Moisés, siendo un príncipe de veinte años que se había criado en el palacio del Faraón, salió a dar una vuelta un día a ver cómo les iba a sus hermanos de sangre. Entonces vio a un capataz egipcio golpeando a un esclavo israelita. Se trataba del mismo egipcio que había torturado y asesinado al marido de Shlomit. Moisés lo mató en el acto.

 

Varios meses más tarde, Shlomit dio a luz a un hijo cuyo padre biológico era el capataz egipcio, tal como nos explica la Torá en este pasaje. Rabí Ovadia de Bartenura explica que el hijo de Shlomit, que a esta altura ya se había convertido en un joven hombre, quería instalar su tienda dentro del campamento de la Tribu de Dan, que era la tribu de su madre. Pero los miembros de la tribu no se lo permitieron. Él preguntó por qué y ellos le dijeron que su padre no era miembro de la tribu y que la pertenencia a la tribu era por línea paterna, no materna. El hombre respondió que no había conocido a su padre. Y uno de ellos le dijo: “Por supuesto que no lo conociste. Tu padre era egipcio y tú eres su hijo ilegítimo – un mamzer”.

 

El joven sentía que le hervía la sangre: “Demuéstrenmelo. ¿Dónde está mi padre?”.

 

“No puedo resucitar a un muerto. Moisés lo mató”.

 

Entonces se pusieron a pelear. El hijo de Shlomit blasfemó el Santo Nombre y fue ejecutado.

 

Una vez más vemos que la condena que hace la Torá es la más grande alabanza. La maldición que pronunció este joven era algo inaudito que ni siquiera Datan y Aviram habían  hecho. Los israelitas no sabían qué hacer con una persona que blasfemaba, pues no tenían ningún precedente. ¡Tenían que consultar a Moisés!

 

Vemos entonces que la condena que hace la Torá es en realidad la más grande alabanza. Provenimos de una nación de santos que no sólo Les son leales a Hashem y a Su Torá sino que son leales los unos a los otros con una impecable fidelidad matrimonial. Estos son los genes que nos corren por las venas. Es nuestra tarea activar esos genes, fortalecer nuestra emuná y santidad personal y acercarnos a Hashem para que     Él reconstruya nuestro Templo Sagrado y vuelva a residir en nuestro medio- y esta vez, para siempre. Amén!

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1. Ana Duschits

4/30/2023

Amén ve amén

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