La caña y la flauta

Ahora que se limpió todo el humo tras el histórico triunfo del Presidente electo Donald Trump, es momento de considerar el mensaje que Hashem está tratando de comunicarnos y que muy poca gente previó.

Muchos han escrito acerca de que la Victoria de Trump demuestra el poder del pueblo en superar el establishment aparentemente insuperable con su coalición de control del dinero y de los medios de comunicación. Muchos han dicho que la victoria de Trump demuestra hasta qué punto la convicción de un hombre en no darse nunca por vencido a pesar de tener a todo y a todos en su contra demuestra la grandeza del espíritu humano. Muchos han afirmado que su triunfo es la manifestacióon de lo que dijo el Rey Salomón respecto a que el Todopoderoso acude en ayuda de los perseguidos. Sin embargo, a pesar de todo esto, hay aquí un mensaje mucho más profundo  y al que debemos prestar atención ahora mismo.

Rabí Najman nos enseña que Hashem nos habla a través del medio que nos rodea, a través de cada criatura  y cada suceso. Ademas, aprendemos en el Perek Shira, la Canción de la Creación, que cada ser creado, ya sea mineral, vegetal o animal, tiene su propia y única alabanza al Creador.

La caña de la Tierra de Israel, o “caña de río” crece junto a las orillas. Absorbe agua durante la época de lluvias; se seca durante la época seca y renace cuando vuelve a llover. Si uno cosecha la caña en su nivel más óptimo de sequedad, se transforma en materia prima para una flauta que suena como no suena ninguna otra. De hecho, el Talmud Yerushalmi enseña que las flautas del Tabernáculo de Moisés estaban hechas de cañas. Pero una vez que se rompían, no valía la pena repararlas, porque ya no volvían a sonar como antes.

La caña de río tiene una ventaja y una desventaja: la ventaja es que uno puede crear una flauta de sonido exquisito con ella. La desventaja es que es que una vez que se quiebra, no sirve más para nada. Rashi va un paso más allá cuando afirma que es peor aún: es dañina.

¿A qué se está refiriendo Rashi?

Rashi dice que si una persona trata de hacer un bastón con una caña de río, no va a poder soportar la presión de alguien que se apoye en él. Y todavía peor: le va a causar rasgaduras y va a herir a esa persona.

La caña de Rashi es una obvia alegoría para todo lo que la persona usa como apoyo fuera de Hashem. Todo eso al final acaba quebrándose y la fuente de apoyo se vuelve en su contra.

A mí me alegró que el Sr. Trump fuera elegido, pero no me alegraron las celebraciones prematuras, y en especial aquí en Israel, como si ya hubiera llegado el Mashíaj, Con todo el crédito que se le debe al Presidente electo, que Hashem lo conduzca por el sendero correcto, él todavía no es el Mashíaj. Muchos antes que él han hecho promesas en las campañas electorales de que iban a trasladar la embajada de los EEUU de Tel Aviv a Jerusalén y de que eran los mejores amigos de Israel. El Único Mejor Amigo de Israel es Hashem, que Su Nombre sea glorificado por siempre.

Si el pueblo judío se fortalece espiritualmente en emuná y en confianza en Hashem, el Sr. Trump sin dudas va a tener una flauta en las manos de Hashem que va a tocar una música exquisita para todos nosotros. Pero si alguien piensa que puede confiar únicamente en el Sr. Trump, sin derramar sus plegarias ante Hashem, entonces él, al igual que aquellos que le precedieron, va a acabar quebrándose, e hiriéndonos de la peor forma.

El éxito del Sr. Trump depende de nosotros y de nuestra relación con Hashem. Ajashverosh hizo un total cambio de rumbo, de ser el peor enemigo de Israel y el aliado de Hamán a transformarse en el mejor amigo y aliado de Mordejai y Ester. La Meguilá nos dice en forma explícita que esto se debió a la teshuvá de pueblo de Israel y la renovación de su pacto con Hashem. Teniendo eso en mente, ciertamente oramos por el éxito del Sr. Trump.