¿Cómo se hacen los grandes?

Un elemento muy importante en la educación de los hijos es saber funcionar incluso en momentos de adversidad, que es cuando el instinto de mal parece ser insuperable. Tanta padres como hijos deben aprender que la vida no siempre va como ellos quisieran y la capacidad de funcionar inclusive en los momentos difíciles constituye el primer ingrediente de la grandeza.

Muchos padres sienten que tienen una vida difícil y ellos a su vez les hacen la vida difícil a sus hijos. Esperan que sus hijos se comporten a la perfección, que siempre tengan éxito, que estén siempre ordenados, que siempre ayuden, y mucho más. A los padres les falta la paciencia y el entendimiento necesarios para encarar las faltas del niño y aquellos días en que los chicos no están en sus mejores momentos.

Así como nosotros tenemos nuestros altibajos, los niños tienen los suyos. Hasta los más grandes tzadikim tienen momentos en los que las cosas no les salen como quieren y en los que tienen que juntar todas sus fuerzas para salir adelante. Cada persona pasa por pruebas de fe y tiene sus propias dificultades. No hay nadie al que siempre le vaya bien en todo. Esta es una realidad que debemos aceptar.

La persona que entiende que la vida no siempre va según sus propias expectativas de color de rosa tiene paciencia consigo mismo y con sus hijos. Se da cuenta de que a veces los chicos son desobedientes o que no estudian como deberían o funcionan por debajo de su nivel acostumbrado.

A veces ocurre que el niño necesita que lo mimen. Supongan que el niño alega que no se siente bien y no quiere ir a la escuela. El padre ve que el hijo no está enfermo pero entonces tiene que comprender que, por algún motivo, el niño necesita que sus padres le permitan quedarse en casa. El padre sensible puede estar de acuerdo, siempre y cuando esto no suceda con frecuencia. Pero si el niño quiere quedarse en casa con demasiada frecuencia, entonces los padres tienen que tratar de descubrir el motivo del problema. Pero si esto sucede en forma ocasional, entonces los padres tienen que saber permitírselo.

Si un día el hijo quiere quedarse en casa, entonces un poco de mimos y unas palabras de aliento pueden servir de mucho. En el ejemplo que hemos citado, el padre puede decirle al hijo: “Hoy si quieres puedes quedarte en casa. Yo sé que últimamente te has esforzado mucho en la escuela. No te preocupes, hoy puedes quedarte en casa y recargar las pilas. Mañana si Dios quiere vas a sentirte con más fuerzas”.

De esta manera, estamos ayudando al niño a crecer sin presión excesiva. También le enseñamos que a veces las cosas no salen como queremos y que tenemos que ser pacientes con nosotros mismos cuando las cosas no van tan bien. Por desgracia, solamente se les enseña a los hijos a funcionar cuando todo va bien pero son muy pocos los que aprenden a funcionar cunado las cosas se ponen difíciles. Y así es que después, cuando crecen, no tienen paciencia y todo el tiempo están tensos o sienten que se vienen abajo, transmitiéndoles su ansiedad a sus hijos y a todas las generaciones siguientes.

Las dificultades suelen ser una señal Divina de que tiene que rectificar algo. A veces, la falta de éxito es un recordatorio de que el éxito no es algo que debe darse por sentado. Y a veces, tal como explica Rabí Najman, es simplemente para despertar a la persona para que busque a Hashem. El consejo que da Rabi Najman en esos casos es empezar de nuevo, “borrón y cuenta nueva” y hacer todo lo posible por acercarse a Hashem

Cuando al niño le va mal en algo, los padres tienen la oportunidad perfecta para enseñarle a enfrentar los momentos difíciles en la vida. Todos nuestros Patriarcas tuvieron que enfrentar tribulaciones a lo largo de sus vidas y precisamente eso fue lo que los convirtió en grandes personas. Con la ayuda de Dios, nuestros hijos también lo serán.