¡Mira el Lado Bueno!

Cuando la vida nos da una cachetada en el rostro, nos centramos en lo injusto que es todo y en el dolor que sienten nuestras mejillas lastimadas…

¡Mira el lado bueno!

Todos nosotros conocemos de memoria esa frase tan molesta: “¿Por qué no miras el lado bueno de la situación? ¡Podría ser mucho peor!”. Francamente, a nadie le gusta oír eso cuando está pasando por una situación difícil. Preferimos vernos como inocentes víctimas que por alguna vuelta del destino estaban en el lugar equivocado a la hora equivocada.

Preferimos ver la vida como una sucesión aleatoria de acontecimientos sin ningún raciocinio ni explicación lógica. Preferimos meter la cabeza en la arena como el avestruz y no hacernos responsables de nada. Cuando la vida nos da una cachetada en el rostro, nos centramos en lo injusto que es todo y en el dolor que sienten nuestras mejillas lastimadas.

Hace un par de semanas recibí una cachetada como esa. Bueno… en realidad fue más bien una cachetada en el tobillo. Mis hijos estaban saltando en el trampolín en el patio y querían que fuera a ver cómo saltaban. Con el bebé en los brazos, fui bajando los escalones que conducen al patio y cuando llegué al último escalón, sentí un dolor increíble cuando se me torció el tobillo y me caí al suelo, con el bebé en los brazos!

Me puse a vociferar como una bestia salvaje del tremendo dolor que sentía, gritándoles a mis hijos que fueran a llamar a alguna vecina. Mi hijo mayor fue corriendo a buscar a alguien, mientras los otros dos resumieron como si nada los saltos en el trampolín, mientras yo gritaba como loca del dolor que sentía. Al final mi hijo volvió con mis vecinos de arriba, que me ayudaron muchísimo toda esa noche y todo el día siguiente. Resulta que era solamente un esguince, pero tuve que estar en cama varios días y caminar con muletas varias semanas…
 

Bueno, yo ya sé que tenemos que tener Emuná, fe absoluta en el Creador del Universo, es decir creer que todo lo pasa, pasa por un motivo y que es para nuestro propio bien. Puedo pensar un millón de razones por las cuales me merecía sufrir un esguince en el tobillo, pero quiero enfocar en otra cosa: en el lado bueno de la situación. Si uno hace eso cuando se encuentra en medio de la situación dolorosa, entonces va a poder hacer un switch en su percepción de la realidad y eso lo va a ayudar a alcanzar la rectificación espiritual que se esperaba de él. Si no, el mensaje que te envió HaShem fue en vano, porque no logró estimular tu auto-evaluación.

Esto fue lo que vi:

– Di-s no lo permita, podría haberse caído uno de mis hijos. Gracias a Di-s que fui yo y no ellos.

– Podría haberme caído hacia adelante, en cuyo caso se habría lastimado el bebé.

– El bebé podría habérseme caído.

– Podría haberme roto el tobillo.

– Podía haberme roto cualquier otra parte del cuerpo, si me hubiera caído hacia adelante.

– Si mis vecinos no hubieran estado en casa, habría tenido que llevarme a los cuatro chicos en la ambulancia a la sala de emergencias.

– Podría haber esperado horas hasta que me sacaran una radiografía, pero en lugar de eso me atendieron y me sacaron radiografías en apenas 20 minutos.

– Podría haber soportado un dolor atroz todo el tiempo. Gracias a Di-s, la peor parte del dolor fue solamente al comienzo, y entonces se produjo el milagro de la endorfina. No tuve necesidad de recibir narcóticos.

– Camino a casa, mi vecina me llevó a un lugar en el que distribuyen muletas gratis. (Ya sé. Todavía no logro entender cómo es posible que no tuvieran muletas en la sala de emergencia. ¡Bienvenidos a Israel!). Ya eran las ocho y media de la noche y supuestamente tenía que estar cerrado, ¡pero todavía estaba abierto!  Cuando mi vecino le preguntó al señor cómo era que todavía no habían cerrado, él le respondió: “La verdad que no sé. A esta  hora siempre está cerrado”. Al salir del estacionamiento, vi que ya habían apagado las luces.

– Después de que volví a casa, mis chicos se portaron súper bien (lo cual no es nada usual…) y se fueron a dormir sin gritar.

– Me fui a dormir al lado de mi bebé, que es algo que me encanta. Esto era porque no podía sostenerlo y sacarlo de la cuna. (Para aquellos que preguntan por qué no duermo siempre con el bebé al lado, es porque se mueve mucho y no tengo una barandilla en la cama.

– Por fin puedo descansar. Por lo general, estoy tan ocupada con todo lo que hay que hacer en la casa… Pero hoy y unos cuantos días más, estoy de va-ca-cio-nes!

– Por fin puedo leer.

– Por fin puedo escribir.

– Tengo la oportunidad de ser testigo de primera mano la increíble ajdut-confraternidad que existe en Klal Israel. Mis vecinos se habían mudado a este departamento apenas un mes antes y apenas si los conocía. No obstante, hicieron todo lo posible por ayudarme. La mujer incluso vino a verme a la mañana para ayudarme a mandar los chicos al colegio y ella misma los llevó!

– Mi vecina estaba de vacaciones de verano y por eso pudo ayudarme anoche y también hoy a la mañana.

– Esto mismo podría haber pasado al comienzo del viaje de tres semanas de mi marido a los EEUU, pero en lugar de eso, ocurrió la noche previa a su regreso.

En resumidas cuentas, podemos aprender muchas lecciones positivas a partir de un episodio desafortunado. Lo único que tenemos que hacer es mirarlo con lentes diferentes. Si te cuesta ver lo bueno en la vida, te recomiendo los CDs del Rabino Arush traducidos al español por Rabí Yonatán D. Galed, “Deja de Lloriquear y Verás Milagros” y “No te Dejes Caer”. Si bien a mí esta frase me suena a una vieja con voz gangosa, “Mira el lado bueno de las cosas” es la clave para una vida de genuina felicidad.