La Feminista Anti-Feminista

Soy una verdadera ama de casa. No una ama de plástico, como las Amas de Casa Reales de Nueva York. Estoy hecha de cabello real, sin teñir; piel que no fue estirada ni operada ni…

La femenista anti-femenista

Hola. Me llamo Rajeli Reckles y soy una verdadera ama de casa. No soy una ama de casa de plástico, como las Amas de Casa Reales de Nueva York ni como la ama de casa de platino como las Amas de Casa Reales de Orange County. No tengo un equipo de fotógrafos ni una maquilladora siguiéndome los pasos (¡si bien la gente se divertiría mucho si las tuviera!). Estoy hecha de cabello real, sin teñir; piel que no fue estirada ni operada ni inyectada en todas direcciones, y un cuerpo que ha visto (¡gracias a Di-s!) cuatro hijos.

Estoy cansada; tengo muchííííííísima ropa que lavar y necesito desesperadamente que me hagan un masaje en los pies. No me van a encontrar en la boutique de moda comprando remeras blancas que no valen nada a 200 dólares cada remera. No me van a ver sentada en un bar en la vereda, charlando horas con mis amigas. ¿Que si voy al salón de belleza? ¿Qué es eso?, les pregunto. “Pobre”, seguramente estarán pensando ustedes. “Se mudó a Israel y miren qué vida tiene…”. Déjenme preguntarles esto: ¿Cómo se explica que hoy me sienta muchísimo más feliz que lo que alguna vez llegué a sentirme en los EEUU?

Si me hubieran preguntado cuando yo tenía 18 años, qué aspiraba ser, les habría respondido robóticamente. “Tengo planes de ser médica (en la rama de la medicina que mi mamá considerara la más lucrativa de todas) y tener una familia”. Un momento. Fíjense lo que dije primero: mencioné mi elección de una carrera antes que la familia. ¿De dónde saqué semejante respuesta? ¿De dónde saqué estos ideales? ¿Cómo es que lograron arraigarse tan profundamente en mi psiquis que ni siquiera me molesté en cuestionarlos y fijarme si eran apropiados para mí?

La sociedad nos programó a que nos comportemos de una cierta forma y la mayoría de nosotros ni siquiera nos molestamos en cuestionar nuestra forma de pensar.  Fijémonos lo que ocurrió con la evolución del Movimiento Feminista. El Movimiento de Liberación Femenina comenzó en la década del 60 y duró hasta la década del 90. Se centró en cambiar el  modo en que la sociedad aceptaba a las mujeres, posibilitándoles tener oportunidades iguales para avanzar y alcanzar la independencia personal en la cultura dominante. Algunas de las áreas que les confirieron a la mujer mayor protección en la sociedad son las leyes de violación matrimonial, el establecimiento de centros de crisis por violación y centros de mujeres golpeadas, modificaciones de las leyes de divorcio y custodia y derechos reproductivos. Este fue un avance de excepcional importancia en la sociedad para las mujeres, que finalmente podían ser tratadas como seres humanos y no como una especie infrahumana.

Pero no es de eso de lo que quiero hablar.

Con lo que no estoy de acuerdo es con lo que el feminismo le hizo a la mujer. En mi opinión (repito que esto es solamente una opinión), el feminismo le ha quitado a la mujer su femineidad. Empecemos con el aspecto físico: ¿cuántas mujeres conocen que se vistan como mujeres? Hoy en día, la mayoría de las mujeres usan jeans o shorts, remeras y zapatillas. Me aventuraría a decir que el 99,9 % de las mujeres van al trabajo con pantalones. Ni siquiera estoy hablando del tema del recato; simplemente me estoy refiriendo a la falta de femineidad en el aspecto que tiene hoy la mujer promedio.

Hay un reducido porcentaje de mujeres que sí se maquillan y se toman el trabajo de lucir atractivas, pero eso en sí mismo es otra caja de Pandora, que no tengo intenciones de abrir en esta ocasión. Yo no vengo a promover las escuelas de etiqueta del pasado, pero sí me preguntó qué pasó con nuestra conducta de damas…

El tema que sigue: el comportamiento. Hoy en día, las mujeres sienten la necesidad de competir con los hombres en todos los ámbitos de la vida, incluyendo las borracheras. Hay muchas jóvenes que no sienten que esté mal crear todo un bullicio y un alboroto en un restaurante u otro lugar público.

Está totalmente aceptado que una chica, en el medio de un Mc Donald’s, por ejemplo, les cuente a sus amigas en detalle cómo le fue anoche en la cita con su pareja. ¿Y qué me dicen de los deportes? Excepto el fútbol, no sé de ningún deporte que las mujeres no practiquen. Tal vez ustedes me digan que eso es algo excelente, pero la verdad es que no entiendo para qué las mujeres juegan al basket, por ejemplo. Seamos honestos: ¿acaso alguna de esas señoritas tiene aspecto de mujer? ¡Hasta el fisiculturismo tiene su buena cuota de mujeres! ¿Acaso alguna de estas mujeres sigue teniendo aspecto de mujer? ¡Obvio que no! ¡Incluso tienen más músculos que los hombres!

El tercer tema: la carrera. Acá es donde el tema se vuelve controversial. Déjenme comenzar diciendo que si la mujer se encuentra en una situación financiera en la que necesita trabajar, nadie le puede echar la culpa por eso. No me estoy refiriendo a estas mujeres. Lo que sí quisiera mencionar es el caso de las mujeres que por propia voluntad salen a trabajar.

¿Qué fue lo que influyó en su decisión, señoras? ¿Acaso es algo que siempre se esperó de ustedes? ¿Alguna vez alguien les ofreció la alternativa de enfocar en la familia? Desgraciadamente, la mayoría de nosotras fuimos entrenadas a esperar una glamorosa carrera laboral al culminar nuestra carrera universitaria. ¿Acaso alguien nos entrenó para que quisiéramos antes que nada formar una familia? Hasta los hombres que buscan pareja para casarse esperan que las mujeres tengan algún título universitario. ¡Di-s no lo permita si su futura esposa no tiene tres títulos después de su nombre! ¿Quién la va a tomar en serio, si no?

El feminismo surgió como resultado de la falta de satisfacción de las mujeres, que ya no querían quedarse todo el día en casa centradas solamente en sus familias. Gracias a unos cuantos libros de gran influencia, como La Mística Femenina, el hecho de ser ama de casa era visto como una ocupación negativa y degradante. De pronto se les dijo a las mujeres que tenían cosas mucho más grandes que hacer en la vida. Se les hizo sentir que no iban a alcanzar su potencial si no trataban de tener una carrera y una vida propia fuera del hogar y separadas de su familia. Como resultado de esto, las mujeres empezaron a avanzar cada vez más en los puestos de trabajo. Pero ¿qué le ocurrió entonces a la familia?

Esa fue una reacción violenta. Las mujeres hoy en día tienen que hacer toda clase de malabarismos para compatibilizar las presiones y las exigencias del trabajo con las intensas exigencias familiares. Y entonces pasa una de dos cosas: los hijos son relegados a segundo puesto después de la carrera  las mujeres directamente deciden no tener hijos y listo, porque prefieren concentrarse por completo en sus carreras. ¡Qué tragedia! La mujer tiene que levantar a los chicos a la mañana, pelear con ellos para que salgan de una vez por todas de la cama y estén listos para ir a la escuela a tiempo, prepararles el desayuno y el almuerzo al mismo tiempo, pasarse por lo menos ocho horas al día en un trabajo lleno de estrés, volver corriendo a casa a preparar la cena, ir de compras, lavar la ropa, hacer los deberes con los chicos, lavar los platos, terminar los trabajos que no alcanzó a hacer en la oficina, y preparar los sándwiches de los chicos para el día siguiente. ¿Cuándo le queda tiempo para su marido y para ella misma? ¿Cuándo le queda tiempo para pasar tiempo con sus hijos? ¿Acaso le quedaron diez minutos para mantener una conversación real con sus hijos? ¿Tuvo la oportunidad de leerles un cuento antes de que se fueran a dormir? Y si lo hizo, ¿dónde tenía la mente? ¿En lo que le espera mañana en la oficina?

A mí no me sorprende cómo es que tantas familias disfuncionales hoy en día. Son muchas las cosas que tiran para separar a los padres y mucho de esto es por culpa del as mujeres que salen a trabajar, por no decir nada de todo el adulterio que está teniendo lugar! Los engaños serían mucho menos prevalecientes si las mujeres no trabajaran en la oficina al lado de hombres… Señoras: tal vez piensen que les estoy escribiendo desde otro planeta, pero piénsenlo un minuto: para qué están trabajando? Para ganar dinero? Están seguras? Acaso es posible que estén interesadas en seguir viviendo según un estilo de vida al que no quieren renunciar? Lo hacen por prestigio?

En lo más profundo de su ser, no sienten desprecio por las amas de casa, no sienten que son mujeres holgazanas que no se esfuerzan por luchar por alcanzar el éxito? Sean honestas con ustedes mismas… Y si se sienten así, ¿de dónde obtuvieron estas ideas? Están trabajando para no tener que quedarse en casa todo el día? Entonces tienen que preguntarse qué es lo que tiene de malo en quedarse en casa y ocuparse de los quehaceres hogareños…

Empiezan a ver a lo que estoy apuntando? Esta clase de feminismo nos ha convertido en nuestro propio y peor enemigo. Nos hemos separado en dos grupos, y la mayoría son las mujeres que creen que la carrera las va a hacer exitosas e importantes. Nos bombardean con toda clase de ideales que resultan muy destructivos para nuestra autoimagen y también a nuestras familias. Entiendo que ustedes quieren ser mujeres con una carrera y un sueldo cómodo y un título que las acompaña… pero ¿quién está criando a sus hijos? ¿La niñera o la televisión? ¿Quién está en casa para recibirlos con una sonrisa o un abrazo cuando llegan a casa después del colegio?

Estimadas señoras: soy perfectamente consciente de que tal vez se enojen conmigo con lo que acabo de escribir. No lo hice con la intención de que se pongan mal, solamente que se cuestionen sus ideales. ¿De veras quieren ser verdaderas feministas? ¡Entonces vuelvan a casa! ¡Vuelvan a su familia! ¡Vayan en contra de lo que la sociedad las fuerza a creer! ¡Sean mujeres que piensan más allá del cuadrado! ¡El verdadero feminismo consiste en ser la mujer más fenomenal que pueda ser, no de tratar de ser como los hombres! Qué ironía! Si eres feminista, ¡eso significa que estás tratando de de vivir tu vida como un hombre tanto como sea posible! ¡Pero eso es precisamente la antítesis del feminismo! Si les gustaría saber más de lo que es el verdadero feminismo, de cómo alcanzar su potencial como mujeres, les recomiendo (¡muchísimo!) el libro La Sabiduría Femenina, del Rabino Arush. ¡Estoy segura de que les va a encantar!

¡¡Un saludo y que estén todas muy bien!! ¡Amén!