La muerte antes que la corrupción

Dondequiera que uno mire, hay algo dentro de su campo visual que lo fuerza a tener pensamientos lujuriosos. Es momento de desplegar el “Arma de Destrucción Masiva” del pueblo judío.

Yo sé que esto no es para siempre. Cuando se acaben mis días en este mundo, también termina la prueba de cada imagen sensual a medio vestir que me bombardea los ojos. Con la ayuda de Dios, el Mashíaj va a venir y el mundo se va a transformar mucho antes de que eso suceda. Pero mientras tanto, tengo que decidir que voy a desplegar el arma de último recurso para herir a mi Mala Inclinación lo más que pueda y así mantenerla a raya aunque sea un momento.

Es un acto de puro extremismo religioso.

Digo extremismo porque el extremismo religioso es un término bastante feo. Es algo que hace la gente en el Nombre de Dios que muchas veces va en contra de la Voluntad de Dios.

El extremismo es algo que debería ser muy infrecuente. Algo se considera extremo porque o bien son muy pocos lo que lo hacen o bien porque lo hacen todos pero en circunstancias muy severas.

El hecho es que estamos obligados a elegir la muerte antes que cualquier clase de corrupción  espiritual como resultado de la inmoralidad física. El hecho de que estas clases de comportamiento se hayan vuelto tan difundidas hasta el punto de que hemos perdido la sensibilidad de tomar cada acto individual con seriedad no cambia el hecho de que debemos evitarlas a toda costa no importa las consecuencias.

Dios le ha ordenado al judío que muera antes que dedicarse a aunque sea un solo acto de inmoralidad sexual.

¿Cómo sabemos esto?

A Hashem Le importa tanto nuestro bienestar físico que Él nos permite  suspender el cumplimiento de cualquier mitzvá si nuestra salud se encuentra en peligro.

• El soldado tiene permitido llevar un arma de fuego y una radio en Pesaj.
• El padre tiene permitido ir con el automóvil al hospital en Shabat para llevar a su mujer a dar a luz.
• Si en la sinagoga hay un teléfono especial para emergencias y este suena en Yom Kipur, el Rabino de la sinagoga es el responsable de hacer la llamada telefónica para comunicarles a los miembros de la comunidad lo importante que es anteceder la mitzvá de Hashem de cuidar la vida humana por sobre la mitzvá de observar la festividad.

Existen solamente tres circunstancias en las que no nos está permitido elegir la vida: el asesinato, la idolatría y la inmoralidad sexual. Esto significa que si alguien te pone una espada al cuello y te dice: “Ve a tener relaciones con esas tres modelos de veintidós años, o morirás”, estamos obligados a recitar el Shema y dar la vida por Hashem.

Si estamos obligados a morir cuando alguien nos fuerza a cometer una inmoralidad sexual, entonces ¿qué sucede cuando no estamos forzados? ¿Qué sucede cuando vivimos en un mundo en el que nadie exija que hagamos nada malo, y aun así nos enfretamos a esta tentación?

En cada situación en la que nos enfrentamos a sucumbir al deseo físico, debemos recordarnos a nosotros mismos que el judío debe elegir la muerte por sobre la corrupción. En este mundo físico no hay límite para el grado en que debemos restringirnos. Esta es la prueba de nuestras vidas.

Podemos realizar un gran servicio a Dios resolviendo elegir el peor dolor físico antes que el más grande placer físico.

Esa es el Arma de Destrucción Masiva que cada judío puede usar para combatir el peor mal de nuestra época.