La paz en el mundo

Todavía no se ha alcanzado la paz en el mundo. La violencia y el crimen tienen lugar a diario. Y a pesar de todo seguimos adelante...

2 Tiempo de lectura

Lori Steiner

Posteado en 08.11.21

A través de los miles de años en que la nación judía ha estado en el exilio, Hashem ha demostrado Su virtud de la paciencia. Muchos de nosotros sentimos que también hemos sido muy pacientes. . nosotros, el pueblo judío y Hashem somos un equipo, una sociedad formada para completar el mundo y llevarlo a un estado de equilibrio. Hashem está en el exilio junto a nosotros. Todavía no se ha alcanzado la paz en el mundo. La violencia y el crimen tienen lugar a diario. Y a pesar de todo seguimos adelante. Necesitamos a Hashem y si Él ha de tener un Reino de leales seguidores, entonces Él también nos necesita a nosotros. Pero Le seguimos diciendo:  “Demuéstrame y creeré en Ti”. Todos queremos la bondad revelada y la paz ahora mismo. Esa es la naturaleza humana. Sin embargo, Dios parecería estar respondiendo: “Confía en mí, y entonces te mostraré”. Continuamos luchando con Hashem.

 

El Todopoderoso conoce la mejor manera de alcanzar la paz. Cuando hablamos con Él y estudiamos Su Torá, obtenemos respuestas a las preguntas urgentes que tenemos. Aprendemos que poner a Dios y a los demás en primer término nos ayuda a todos. Dejamos de lado los viejos rencores. Cedemos, y eso es señal de fuerza. Fortalecemos nuestra emuná y nuestra confianza en Dios. Cuando creemos que vendrá algo bueno, lo bueno viene. Hashem es un Padre afectuoso que nos dice que después de la oscuridad viene la luz y después de la noche viene el día y que el “ir” viene antes del “venir” (Salmo 121) y que después de la turbulencia llega el amor y la alegría. Confiamos en Su amor completamente.

 

Hagamos lo que queremos que Hashem haga. Lo que damos, lo obtenemos de vuelta. Hacer bondades con los demás hace que la bondad vuelva a nosotros. Por ejemplo, cuando tenemos problemas con familiares que no están al mismo nivel espiritual que nosotros, los aceptamos con amor incondicional. Esto hace que el amor incondicional vuelva a nosotros. El enojo es como la idolatría. El enojo impide la tranquilidad que tanto deseamos. No hay paz. Cuando criticamos, sellamos nuestro propio destino y el destino de los demás. Cuando anhelamos la compasión de Hashem, tratamos de emular ese rasgo. Hashem nos muestra la misma empatía y bondad que les demostramos a los demás y a Él.

 

Existe un único ingrediente principal para vivir en paz, y en especial en el matrimonio, y eso es ignorar los defectos del otro y corregir los nuestros propios. Si vemos una cierta imperfección en los demás, y nos molesta, por lo general es porque nosotros también la poseemos. Hashem sostiene un espejo para que podamos vernos a nosotros mismos. Cuando trabajamos sobre nosotros mismos y cambiamos, el mundo que nos rodea también cambia. Cuando demostramos amor incondicional y oramos por los demás, inclinamos la balanza hacia la paz. Hablar con bondad de los demás hace mucho más para traer la paz que explicar, dar conferencias, juzgar, obsesionarse, convencer y forzar. Y no se olviden que la paz empieza en casa.

 

No podemos cambiar a los demás en forma directa pero podemos cambiar la manera en que nos relacionamos con ellos. Controlar nuestras emociones y vivir en la vibración positiva de gratitud nos ayuda a traer bendición a casa y por extensión al mundo en que vivimos. En un mundo fracturado por el disenso, el hecho de enfocarnos solamente en lo bueno genera el poder para transformar el caos en paz.