Políticamente incorrecto

La adulación en el judaísmo no significa que le dices a tu esposa que luce espléndido cuando en realidad no es nada atractiva. En el judaísmo “adular” significa decirle a una persona mala lo “simpática” que es. Y por eso, la adulación es una terrible mentira. Por eso la Guemará afirma que los aduladores son uno de los cuatro grupos de personas que no pueden recibir la Presencia Divina, o sea, la Shejiná. En la jerga contemporánea, eso es lo que se llama “políticamente correcto”. En la medida en que la corrección política se adapta a la definición halájica de “adulación”, podemos llegar a la conclusión que los políticamente correctos son expulsados de la Divina Presencia. Eso significa que están renunciando a una inestimable abundancia espiritual y enormes bendiciones así como también a una constante protección Divina.

La citada afirmación suena bastante dura, no? Veamos pues un ejemplo de la devastación que la corrección política le ha causado a nuestro pueblo:

El profeta Zejaria (cuya tumba sagrada en Jerusalén pueden ver en la imagen) vivió en la época del Primer Templo cerca del siglo 9 antes de la era común. El Rey Yoash reinaba en Judea por esa época. El Rey Yoash, que fue criado por su tío, el padre de Zejaria, el justo Sumo Sacerdote Yehoiada, al principió reinó de acuerdo con la Torá, o sea, con verdad, con justicia y con emuná. Pero cuando Yehoiadá murió a la avanzada edad de 130 años, Yoash se dejó influenciar por los nobles, los sacerdotes idólatras y los falsos profetas, que lo alentaron a que dejara a un lado la Torá y en su lugar buscara los lujos y la permisividad.

Al ver la terrible inmoralidad e idolatría en la que había caído Yoash, Hashem envió al hijo de Yehohada, el santo profeta Zejaria, para que lo reprendiera y lo alentara a cambiar de camino. En el Santo Templo, Zejaria reprendió tanto al pueblo como a la mafia que tenía el poder, por su mal comportamiento y por su incumplimiento de la Torá de Hashem. Esto estaba en total contraste con los falsos profetas, que controlaban la opinión pública pro esa época (como hacen hoy los medios de comunicación), diciéndole al pueblo que todo estaba bien. Pero no era así, tal como la destrucción del Templo demostraría varios años más tarde.

El mensaje de Zejaria no obtuvo muchos “likes – me gusta” en el palacio del rey ni en la burocracia ni en la población en general. Con la aprobación del rey Yoash, primo de Zejaria que le debía su vida al padre de Zejaria, Zejaria fue apedrado hasta morir en las premisas del Santo Templo en Yom Kipur, que ese año cayó en Shabat. Ese fue el acto más deplorable, realizado en el día más santo y en el lugar más santo de toda la tierra.

Cuando el ejército babilonio (antigua Iraq) capturó Jerusalén y capturó el Monte del Templo, el general Nebuzaradan entró a la cámara interna del Santo Templo, donde se encuentra el altar, y encontró la sangre de Zejaria hirviendo en el suelo. Entonces les preguntó a los sacerdotes qué era esa sangre y ellos le dijero que era el remanente de los sacrificios del día anterior. Él nos les creyó y entonces sacrificó un cabrito para ver si las dos clases de sangre eran parecidas. No lo eran. Nebuzaradan amenazó a los sacerdotes que les arrancaría la carne si no le decían la verdad. ..

Los sacerdotes respondieron: “¡Qué podemos decirle, señor! Había un profeta entre nosotros, que nos reprendió por temas concernientes al servicio Divino. Entonces nos organizamos en su contra y lo asesinamos. Alas… hace ya años que su sangre no tiene descanso”.

El general dijo: “Yo seré quien calmará su sangre”. Entonces Nebuzaradán mató a todos los miembros del Gran Sanedrín (Suprema Corte) y el Sanedrín menor, pero la sangre de Zejaria no se calmó. Luego mató a miles de jóvenes sacerdotes y jóvenes de familias sacerdotales pero la sangre seguía hirviendo. La sangre iba corriendo desde el Monte del Templo hacia el valle de Kidrón como un río. Nebuzaradán le habló a la sangre y le dijo: “¡Zejaria, Zejaria, he destruido a los mejores de ellos. ¿Quieres que los mate a todos?”. Entonces la sangre se calmó por completo.

Cuando Nebuzaradan vio este tremendo milagro, se dijo a sí mismo: “Si ellos, que solamente mataron a una sola persona, fueron castigados de semejante manera, entonces qué será de mí?”.

Y ahí mismo huyó, renunciado a todo su rango y todas sus propiedades, y se transformó en un justo converso.

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No piensen que este episodio fue el único de su clase. Cuando el rey Zedequías y sus falsos profetas buscaron alianza con Egipto para vencer a los babilonios, Jeremías los advirtió, diciéndoles que mejor buscaran a Hashem. Él les advirtió que el Templo sería inmediatamente destruido si el pueblo y el gobierno continuaban en sus malos caminos. Políticamente, esto no era nada “popular”. Jeremías fue golpeado y arrojado a un pozo. Él pagó el precio de su incorrección política, pero el Rey Zedequías y el pueblo pagaron un precio mucho mayor: le sacaron los ojos a Zedequías y el Templo fue destruido por completo.

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¿Acaso las cosas cambiaron? ¿Acaso alguien se anima hoy a ser políticamente incorrecto y sonar el silbato en las exhibiciones de libertinaje que tienen el aval del gobierno en Jerusalén? ¿Acaso alguien se anima a hablar en contra de la vaca sagrada llamada “Ejército israelí” que fuerza a los muchachos religiosos a afeitarse la barba? ¿Acaso alguien dice algo en contra de los rabinos políticamente poderosos o sus hijos que son abusadores de menores demostrados?

Iran, Hezbolla y Hamas no me asustan en lo más mínimo. La mentira de la corrección política debería aterrorizarnos a todos, pues sus consecuencias han sido devastadoras a lo largo de la historia. Es hora de que obedezcamos a nuestros verdaderos líderes espirituales y retornemos a Hashem. Yo oro porque Hashem siempre nos dé el coraje de aferrarnos a la verdad de Su Torá, por más políticamente incorrecto que eso sea.