Por fin afuera!

Dr. Zev se reconecta con un ex convicto que hizo las peores cosas imaginables que cuando tocó fondo descubrió la fuerza que le salvó la vida…

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Dr. Zev Ballen

Posteado en 17.03.21

“Ray” es el nombre ficticio de mi amigo que ya pasó buena parte de su joven vida en la cárcel (incluyendo un año en confinamiento solitario).

 

En un artículo anterior escribí que Ray tocó fondo en su celda de aislamiento y se dirigió a Hashem en busca de confort. En Gracias por la cárcel, conté cómo Ray dio las gracias por la vida en la cárcel y por las paredes de la misma, que lo protegieron de las tentaciones del mundo exterior.

 

Cuando hace unas semanas vi a Ray en mi agenda de sesiones me puse muy contento. Hace ya varios años que no hablo con él. Una vez me dejaron hablar con él quince minutos por grabación pero después, cuando lo transfirieron a un penitenciario del estado, perdimos totalmente el contacto.

 

Así supe que Ray finalmente había sido liberado y que estaba viviendo con su abuela. Yo rogué a Hashem que no estuviera tomando drogas y que estuviera cooperando con el comité de libertad condicional.

 

Él me contó que hacía casi un mes que había salido de la cárcel pero que le parecía que había sido ayer. “En la cárcel el tiempo no pasa nunca”.

 

Colgué el teléfono y me puse a pensar: “¿Cómo va a hacer esta vez para estar afuera? En realidad él no sabe vivir afuera. ¿Cómo va a hacer para mantenerse alejado de las drogas y del crimen y de la bebida y de las mujeres y de todas las influencias que continuamente hacen que termine volviendo a la cárcel?

 

La siguiente vez que hablé con él, me di cuenta de que esta vez las cosas eran diferentes. Fuera de varias transgresiones mínimas a la libertad condicional, él lo estaba logrando. Iba al trabajo e iba a la sinagoga y a todos lados con su tobillera electrónica. Iba a hacerse análisis de orina y no se perdía las reuniones de alcohólicos anónimos; Su abuelo lo ayudó a arreglar un auto viejo. Está sobrio, va al gimnasio y está trabajando sobre su emuná.

 

Pero ¿por qué? He aquí un hombre que ha visto y hecho las cosas más horripilantes que uno pueda imaginarse. Cuando RAy se drogaba no había prácticamente nada que no hiciera a fin de obtener lo que deseaba. ¿Y por qué me gusta tanto hablar con él? ¿Y cómo es que le va tan bien después de un mes de estar afuera?

 

“Ray, cuéntame la verdad. ¿Qué es lo que te ayuda a mantenerte lejos de las sustancias?”.

 

Me contó de este “tipo” que todavía sigue adentro. “Todo el tiempo pienso en él. A él todavía le queda mucho tiempo. Ya van catorce años de una condena de veinticinco. En realidad a mí me podrían haber dado veinticinco también, porque básicamente hicimos las mismas cosas. Pero en lugar de eso me dieron solamente siete. Él y yo nos cuidábamos el uno al otro y él está muy mal desde que yo salí. A él le gusta hablar. Se peleó con los guardias y lo mandaron al pozo dos semanas. Cuando salió, se dio cuenta de que le habían robado todas sus cosas. Está muy deprimido porque no tiene a nadie en el mundo. No tiene a nadie a quien le importe de él, excepto yo. Yo le envío dinero y le escribo día por medio porque no tiene nada. No tiene remedios, ni amigos, ni nada…”.

 

Me enteré de que Ray le envía a su amigo una considerable fracción de su sueldo (que no es muy grande) cada semana. Y no es a la única persona que está ayudando en la cárcel. Él les escribe a muchos de sus viejos amigos y les trata de infundir esperanza. Les habla de su fe y de lo fuerte que es gracias a ella. “Yo antes hacía 650 abdominales por día pero no hay nada que me haga más fuerte que Hashem. Le dije a esta chica que se complicó la vida con las drogas que tiene que conectarse con Dios. Esa es la única manera de salir del pozo para gente como nosotros”. Ray dice que a pesar de todas las puñaladas y la violencia en la cárcel a él le resulta más fácil vivir adentro que afuera. Y tiene la bendición de saber que no fue vivir afuera sin Dios en su vida.

 

Ray se mantienen alejado de todo aquel que no comparta su opinión acerca de Hashem. Él aprendió lo que era la fe en el confinamiento solitario, cuando había tocado fondo. Ahí fue cuando su abuela le envió ejemplares de Las Puertas de la Gratitud y En el Jardín de la Fe del Rabino Shalom Arush y The Trail to Tranquility del Rabino Lazer Brody. Esos son los libros que le salvaron la vida y con los que sigue yéndose a dormir cada noche.

 

Es bastante paradójico pero yo hablo con tanta gente que ni siquiera saben quiénes son o qué quieren en la vida, pero no sucede lo mismo con Ray. Él es totalmente real conmigio aunque yo sé cuánto odio todavía tiene adentro y cuánto miedo siente de que vuelva a explotar. Ray me hace acordar de que en realidad no podemos juzgar a nadie. Si yo hubiera conocido a Ray cuando estaba en meth, violento y peligroso, quién sabe si hubiera podido ver la belleza interior que posee. He aquí un tipo que regala la mitad de su sueldo a alguien a quien probablemente jamás vuelva a ver en su vida. Ese es el secreto de su éxito. Y Le doy las gracias a Dios de poder ser parte de la vida de Ray una vez más.

 

 

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