Viajar con el Tzadik

Quiero compartir con todos ustedes mi experiencia al participar en el tour que tuvo lugar hace poco en España, con el gran Tzadik Rab Shalom Arush y el Rab Yonatán D. Galed. Hace poco más de dos meses que volvimos de este viaje apasionante y agotador que ha dejado una profunda huella en mi alma. A lo largo de los nueve días que duró este viaje, recorrimos varias ciudades españolas y visitamos comunidades judías de distintos puntos del país, incluyendo Gibraltar (perteneciente al Reino Unido).

Sucedieron muchos milagros que hicieron posible que llegáramos con bien a cada lugar. Pudimos ver con nuestros propios ojos cómo Hashem nos ayudó a todos para que cumpliéramos cada uno con la misión que teníamos encomendada y pusiéramos el granito de arena que nos correspondía para hacer este viaje posible. La organización puso un esfuerzo considerable en que absolutamente todo saliera perfecto, y Hashem dispuso que así fuera.

Para mí fue una experiencia inolvidable que me resulta difícil de describir y aún más resumir en varias palabras. Ver día a día cómo la calma, la paz y el amor por los demás rodean a una persona como un halo de armonía es impresionante. Personalmente, la capacidad para no perder esta actitud y este aplomo me sorprendió de una forma increíble. Y qué decir de la capacidad inagotable de nuestro querido Rab Yonatán Galed para estudiar Torá sin descanso, aprovechando cada instante para aprender de su maestro y guía espiritual, siempre con alegría y emuná y una sonrisa en el rostro.

A lo largo de estos días, tomamos trenes, barcos, aviones e incluso un helicóptero para poder llegar a las comunidades judías en España. Como comprenderán, la agenda fue planificada con sumo cuidado, precisión y profesionalidad y al tener una agenda tan ajustada y tantos lugares que visitar, estuvimos en constante movimiento. Nos levantábamos antes del alba la mayoría de los días aunque la jornada anterior hubiera acabado de madrugada para viajar a otro lugar. En cada uno de estos viajes, no escuchamos ni una sola palabra de queja, desánimo o cansancio por parte del Rabino. ¡Todo lo contrario! El gran Tzadik tenía siempre un semblante lleno de tranquilidad y una sonrisa en los labios.

 Aunque hubiera dormido escasas horas y tuviera que dar una charla tras otra y movilizarse cubriendo largas distancias en el mismo día, lo único que se veía en su rostro era una expresión de agradecimiento. Mientras tanto, yo luchaba por mantener el cansancio a raya y me daba cuenta a de lo mucho que me queda por aprender a aceptar todo tal y como viene, por ver siempre el lado positivo de cada situación y, por supuesto, me maravillaba de esta capacidad del Tzadik para aceptar cualquier noticia con emuná y alegría.

Fue muy grata ver la acogida tan buena y positiva de los lugares que visitamos. Todas las comunidades se esforzaron en gran medida por acoger a los rabinos con todo su cariño y les agradecemos sus esfuerzos y su dedicación para tratar al Tzadik como se merece.

Sabemos que no es fácil la situación que se vive fuera de Israel, puesto que conseguir comida kasher es complicado y vivir como judío no es algo sencillo. Yo nací y crecí en España y me consta el gran esfuerzo que constituye cuidar la alimentación kasher y todo el resto de preceptos al estar tan lejos de nuestra tierra. Tengan en cuenta que España no es un país en el que se encuentren productos que podamos comprar en cualquier supermercado sino que hay muchas ciudades en las que no hay acceso a comida kasher y es necesario poner un gran esfuerzo en conseguir lo necesario para cumplir Shabat, las festividades, o para preparar la comida cada día.

Por esto mismo, creo que todos habrán disfrutado aún más de una visita de los rabinos, ya que tener la oportunidad de ver y escuchar en directo a alguien del tamaño espiritual de nuestro querido maestro el Rabino Shalom Arush y su fiel discípulo Rab Yonatán Galed no es algo que se da todos los días. Creo que las charlas que impartieron en las distintas ciudades en las que estuvimos, suponen un soplo de aire fresco para las comunidades judías españolas donde se le quiere tanto al Rabino como a la Rabanit, que dio numerosas charlas para mujeres que quedaron sorprendidas y agradadas por recibir unos conocimientos tan profundos de una forma tan simple, como solo alguien tan cercano al Rabino podría hacer.

Desde mi humilde posición, solamente tengo palabras para agradecer a Hashem por permitirme participar en este proyecto y por hacer posible que los rabinos llegaran a estos lugares para hacer difusión de la emuná en este país tan especial para mí.